Precisamente por esto, como he
dicho, elegí celebrar mis primeras Misas en la cripta de San Leonardo. Quería
destacar mi particular vínculo espiritual con la historia de Polonia, de la
cual la colina del Wawel representa casi una síntesis emblemática. Pero no sólo
eso. Había, en esa elección, una especial dimensión teológica. Como he dicho,
fui ordenado el día anterior, en la Solemnidad de Todos los Santos, cuando la
Iglesia expresa litúrgicamente la verdad de la Comunión de los Santos -Communio
Sanctorum-. Los Santos son aquellos que, habiendo acogido en la fe el
misterio pascual de Cristo, esperan ahora la resurrección final.
También las personas, cuyos
restos reposan en los sarcófagos de la catedral del Wawel, esperan allí la
resurrección. Toda la catedral parece repetir las palabras del Símbolo de los
Apóstoles: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna''.
Esta verdad de fe ilumina la historia de las Naciones. Aquellas personas son
como "los grandes espíritus" que guían la Nación a través de los
siglos. No se encuentran allí solamente soberanos junto con sus esposas, u obispos
y cardenales; también hay poetas, grandes maestros de la palabra, que han
tenido una importancia enorme para mi formación cristiana y patriótica.
Fueron pocos los participantes
en aquellas primeras Misas celebradas sobre la colina del Wawel. Recuerdo que,
entre otros, estaba presente mi madrina Maria Wiadrowska, hermana mayor de mi
madre. Me asistía en el altar Mieczyslaw Malinski, que hacía presente de algún
modo el ambiente y la persona de Jan Tyranowski, ya entonces gravemente
enfermo.
Después, como sacerdote y como
obispo, he visitado siempre con gran emoción la cripta de San Leonardo. ¡Cuánto
hubiera deseado poder celebrar allí la Santa Misa con ocasión del quincuagésimo
aniversario de mi Ordenación sacerdotal!
Después hubo otras "primeras
Misas'': en la iglesia parroquial de San Estanislao de Kostka en Debniki y, el
domingo siguiente, en la iglesia de la Presentación de la Madre de Dios en
Wadowice. Celebré también una Misa en la confesión de San Estanislao, en la
catedral del Wawel, para los amigos del teatro rapsódico y para la organización
clandestina "Unia" (Unión), a la cual estuve vinculado durante la
ocupación.”
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