“La
fiesta de hoy atrae ahora nuestra atención hacia el gran obispo y confesor de
la fe, San Carlos Borromeo, cuyo nombre yo recibí en el bautismo. A cuantos se
unen en la oración conmigo en la fiesta de hoy, quiero repetirles —como ya lo hice el pasado miércoles— las
palabras de San Pablo en la Carta a los Efesios: "Rezad... por todos los
santos, y también
por mi, para
que, al abrir mi boca, se me conceda la palabra para dar a conocer con
franqueza el misterio del Evangelio..." (Ef 6,
18-20). Este servicio al Evangelio de Jesucristo lo realizó heroicamente San
Carlos con todas sus fuerzas. Su celo pastoral y su infatigable entrega al
Pueblo de Dios a él encomendado han sido siempre un ejemplo para mí.
La fiesta
onomástica nos recuerda igualmente la gracia de nuestro bautismo, a través del
cual hemos sido sepultados con Cristo para resucitar también con El de entre
los muertos. Sólo si estamos dispuestos a caer en tierra, como el grano de
trigo, y morir con Cristo, podemos realmente dar fruto. El mismo Cristo nos ha
anunciado: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su
vida por mí, la hallará" (Mt 16,
25). Pidamos unos para otros el coraje necesario para arriesgar como creyentes
nuestra vida por Cristo y su Reino. Para ello, con mis mejores deseos de un día
feliz y dichoso en la Ciudad Eterna, os imparto cordial-mente a todos vosotros
mi bendición apostólica.”
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