Hoy celebramos la memoria litúrgica de santaJosefina Bakhita, beatificada y canonizada por Juan Pablo II.
Traduzco aquí un
trozo de su pequeña biografía-diario (una de las partes más tristes) donde ella
cuenta como fue raptada:
De repente vemos aparecer dos hombres extraños armados. Al acercársenos uno de ellos le dice a mi amiga: «deja que esta pequeña vaya allá donde comienza el bosque a buscarme un bulto; enseguida volverá y tu sigue tu camino, ella te alcanzará pronto».
Es evidente que su plan era alejarme de mi amiga, porque si hubiese estado presente en la captura, habría gritado para alertar. Yo no sospechaba nada. Enseguida obedecí, como siempre hacia con mi mama. Apenas entrada al bosque para buscar el bulto que no encontraba, veo a ambos hombres detrás mio…. Uno me toma bruscamente con una mano, con la otra extrae de su cintura un gran cuchillo, apunta a mi y con voz autoritaria me dice: «si gritas estas muerta. Vamos adelante!» mientras el otro me empujaba apuntándome con su fusil a mi espalda.
Yo estaba petrificada de miedo. Abro bien los ojos y comienzo a temblar de pies a cabeza, trato de gritar pero un nudo en la garganta me lo impide: no logro hablar, ni llorar.
Empujada hacia el bosque con violencia con fines desconocidos, a través de los campos, siempre a paso rápido, me obligaron a caminar hasta la noche. Estaba muerta de cansancio y mis piernas y pies sangrando por las espinas y rocas que encontrábamos en el camino.
Yo no hacia mas que sollozar pero aquellos corazones duros no sentían lastima alguna.
Finalmente pasando por un
campo de melones, abundantes en aquellos lugares, hicieron una breve parada
para recobrar fuerzas, mientras tanto recogían algunas frutas y me dieron un
pedazo para que lo comiese. Pero yo no podía tragarlo aunque desde la mañana no
había comido nada. No pensaba en otra cosa que en mi familia. Llamaba a mi mama
y a mi papa con una angustia terrible. Pero nadie allí me oía. Más adelante, me
intimaban a guardar silencio amenazándome y cansada como estaba me obligaban a
seguir caminando durante toda la noche. Al alba llegamos a su pueblo. Yo no
podía mas. Uno de ellos me agarro de la mano, me arrastro a su casa y me empujo
a un pequeño habitáculo lleno de herramientas y cosas viejas, pero no había ni
sillas, ni cama, ni mesa. Solo el piso. Me dio un pedazo de pan y me
dijo. «Quédate aquí» y saliendo cerró la puerta con llave. Allí estuve mas de
un mes. Un pequeño agujero en el techo era mi ventana. De vez en cuando abrían
para darme algo de comer. Lo que he sufrido en ese lugar no tiene palabras.
Recuerdo todavía mis horas de angustia cuando, cansada de llorar, caía ya sin
fuerzas al suelo en medio de un ligero sopor, mientras mi fantasía me llevaba a
mis seres queridos lejos, lejos….
Allí veía a mis amados padres, hermanos y hermanas abrazándose con ternura y recordando como me habían raptado, pensando cuanto habría sufrido. Otras veces me parecía jugar con mis amigas en nuestros campos, me sentía feliz; pero pronto me enfrentaba a la cruda realidad y en esa horrible soledad, me invadía una terrible desesperación(*). Me parecía que me despedazaban el corazón.”
(*) es el único
momento en su vida en el cual Bakhita habla de desesperación. Todos
los testimonios de quienes la conocieron expresaron que la Santa aseguraba que
nunca se había desesperado ni siquiera en los momentos más difíciles, y decía:
“Sentía dentro de mí una fuerza misteriosa que me sostenía”
1 comentario:
hermosa historia, gracias por compartirla
Luis Conte
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