Toda la
enseñanza doctrinal de Juan Pablo II se desarrolla alrededor de la Eucaristia,
centro vital en torno al cual se recoge para alimentar la fe y el entusiasmo (Mane
nobiscum 4) con el fin de llegar a su celebración mas vivía y sentida de la cual “surja una
existencia cristiana transformada por el amor” (Mane nobiscum 29)
- El segundo grupo temático contempla la Eucaristía como sacrificio de la Cruz, como el verdadero Pan y la verdadera Bebida para la vida en Dios, que sacia el hambre y la sed más profunda del corazón humano y lo colma de paz; es el sacramento del amor de Dios: fuente de la radical transformación del corazón humano por la acción del Espíritu Santo que produce los frutos de alegría y de santidad. Mediante la estrecha unión entre la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, Aquella puede ser considerada vía de la conversión del hombre y de su regeneración.
Un puesto especial ocupa el aspecto ecuménico da la enseñanza pontificia sobre la Eucaristìa. “Quanta est nobis via?” pregunta el Papa en la enciclica “Utunum sint” sobre el ecumenismo. Esta pregunta pone a la comunidad eclesial delante de la urgencia de dejarse guiar del Espíritu Santo, el único que puede resolver las dificultades humanamente irresolvibles. Esta necesidad es tanto más urgente cuanto más la Iglesia se encuentra delante a los interrogativos del mundo acerca de las razones de la “pretensión” cristiana. De hecho, “sólo la Iglesia reconciliada eucarísticamente podrá ser signo – sacramento de la unidad de todo el género humano y de la paz en el mundo” (Discurso durante el encuentro ecuménico en Varsovia 8/06/1987).
- El último de los grandes hilos temáticos relativos a la Eucaristía considera las indicaciones práctico – pastorales que ofrecen nuevos y reproponen antiguos instrumentos de expresión y de profundización de la fe en la Presencia real de Cristo en el Santìsimo Sacramento. El culto eucarístico encuentra, de hecho, su variada expresión en las visitas, adoraciones, exposiciones, celebración de horas santas, “cuarenta horas”, procesiones eucarísticas y en la celebración de los congresos eucarísticos. Sin embargo, todas estas formas de expresión de la fe eucarística presuponen y exigen la forma más común del culto eucarístico: la plena participaciòn a la Misa dominical. La viva y autèntica piedad eucarística hace nacer, como recuerda el Papa, “el estilo sacramental de la vida cristiana” (Cfr. Dominicae cenae)."
Y es precisamente el profundo y radical estilo eucarístico de la vida de Juan Pablo II lo que constituye la atracción irresistible de su personalidad. Es precisamente en cuanto hombre autentico y auténticamente empeñado en vivir el estilo sacramental de su vida, que el Papa puede proponer metas altas y empeñativas. Los horizontes que el Papa abre a los hombres están enraizados en la certeza de las potencialidades escondidas en el hombre en cuanto hijo de Dios, redimido por Cristo, que ”lo amó hasta el extremo” y lo llamó a la comunión con Dios y a la santidad de vida.
La solidaridad de Dios alcanzó su culmen cuando se entregó a Si mismo al hombre y por el hombre. Y es esto el infinito don de la Eucaristía: Cristo Es el don que hace al hombre deudor y creativo; es el don que construye nuestra humanidad y nos de la fuerza que nos impulsa, porque “el hombre se hace fuerte por la conciencia de sus fines, por la conciencia de ser amado. Para tener la fuerza que me empuja, tengo que estar seguro de ser amado. La Eucaristía significa esta conciencia: yo soy amado”…Krakow, 10 de junio de 1987, Encuentrocon los jóvenes)
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