Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 26 de octubre de 2023

Juan Pablo II y el celibato

 


(…)

La vida con Jesús fue para San José un continuo descubrimiento de su propia vocación de padre. Habia llegado a serlo de un modo extraordinario, sin dar el cuerpo a su Hijo. ¿No es quizá la realización de la paternidad que se nos propone como modelo a nosotros, sacerdotes y obispos? Todo cuanto hacia en mi ministerio lo vivía como manifestación de esa paternidad: bautizar, confesar, celebrar la Eucaristía, predicar, exhortar, animar eran para mí siempre una realización de la misma paternidad.

 

Hay que pensar en la casa  construida por San José para el Hijo de Dios, especialmente cuando se habla del celibato sacerdotal y episcopal.

 

 El celibato da la plena posibilidad de realizar este tipo de paternidad: una paternidad casta, consagrada totalmente a Cristo y a su Madre Virgen. El sacerdote, libre de preocupaciones personal por su familia, puede dedicarse con todo el corazón a la misión pastoral. Se entiende por tanto la firmeza con que la Iglesia de rito latino ha defendido la tradición del celibato para sus sacerdotes, resistiéndose a las presiones que ha sufrido a lo largo de la historia., Es una tradición exigente, pero que se ha mostrado sumamente fecunda en frutos espirituales, si bien causa ciertamente alegría constatar que también el sacerdocio de casados en la iglesia católica oriental ha dado optimas pruebas de celo pastoral.  Especialmente en la lucha contra el comunismo, los sacerdotes orientales casados no han sido menos heroicos que sus colegas célibes, como hizo observar una vez el cardenal Josyf Slipyj.

Conviene subrayar que hay profundas razones teológicas a favor del celibato. La encíclica, Sacerdotaliscaelibatus, publicada en 1967 por mi venerado predecesor Pablo VI, las sintetiza del modo siguiente:

 

-        Hay sobre todo un motivo cristológico: constituido  Mediador entre el Padre y el género humano, Cristo permaneció célibe para dedicarse totalmente al servicio de Dios y de los hombres. Quien tiene la suerte de participar en la dignidad y en la misión de Cristo esta llamado a compartir también esta entrega total.

-        Hay además un motivo eclesiológico: Cristo ha amado a la Iglesia, ofreciéndose a si mismo del todo por Ella para hacerla una Esposa gloriosa, santa e inmaculada. Con la elección del celibato, el ministro sagrado hace suyo este amor virginal de Cristo por la Iglesia, recibiendo de el fuerza sobrenatural y fecundidad espiritual.

-         Hay por fin, un motivo escatológico: después de la resurrección de los muertos, dijo Jesús, ni ellos tomaran mujer, ni ella marido, sino que serán como ángeles en el cielo (Mt 22,30) El celibato del sacerdote anuncia la venida de la salvación en los últimos tiempos y, en cierto modo,  anticipa la consumación del reino, afirmando los valores supremos que un día resplandecerán en todos los hijos de Dios.

 

En el intento de oponerse al celibato, se esgrime a veces la soledad del sacerdote, la soledad del obispo. Basándome en mi experiencia, rechazo decididamente tal argumento. Personalmente nunca me he sentido solo. Además de la convicción de la cercanía del Señor, también humanamente he tenido siempre en torno a mí a muchas personas, he cultivado numerosas relaciones cordiales con sacerdotes – arciprestes, párrocos, vicarios parroquiales – y con laicos de todas las categorías.

 

(Juan Pablo II ¡Levantaos!¿Vamos!  pp 126/28,  Editorial Sudamericana, 2004)

 

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