Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 17 de octubre de 2023

Karol Wojtyla: «Emilia, mi madre»

 


En una habitación del Palacio Apostólico, junto a su cama Juan Pablo II atesoraba una fotografía con marco de plata de sus padres, tomada poco después de su boda. La fotografía le fue regalada después de su elección y  le acompañó durante todo su pontificado, al igual que el relicario de su madre grabado con un trébol. Estos dos objetos le recordaban a ella. Eran un signo de unión espiritual, de anhelo y también del respeto y la gratitud que sentía no sólo por su propia madre, sino por todas las mujeres.

Un recuerdo recurrente

Karol Wojtyla conservaba un recuerdo “bastante vago” de su madre. Sin embargo, era consciente de su contribución a su educación religiosa. Confesó que el misterio de la fe “le fue enseñado por las manos de su madre, que –doblando las manitas de un niño para rezar– le mostró cómo dibujar la cruz, el signo de Cristo…”. (Wadowice, 1991). También era consciente que su madre “no vivió para ver el día de su primera comunión”. Emilia murió el 13 de abril de 1929, es decir, más de un mes antes de la primera comunión de su hijo (25 de mayo); seguramente ambos hubieran deseado intensamente vivir ese dia juntos.

Karol recordaba, con tristeza,  a mamá  todo  una persona enferma que buscaba el consejo de los médicos, debilitada y a menudo acostada. Cuando Emilia murió, Karol (“Lolek”, nombre cariñosofamiliar) se encontraba en la escuela. El padre fue allí y pidió a uno de los profesores que le diera la triste noticia al niño. Juntos volvieron a casa. El funeral tuvo lugar tres días después, el 16 de abril, en Wadowice. Al día siguiente, el entierro tuvo lugar en el cementerio Rakowicki de Cracovia, en la tumba de la familia Kaczorowski.

El consuelo de la pérdida

Al día siguiente del funeral, el padre llevó a sus hijos en peregrinación al santuario mariano de Kalwaria Zebrzydowska, https://juanpablo2do.blogspot.com/search/label/Kalwaria

                                                                                                                                                                                                             y delante de la imagen de la Madre de Dios, dijo a Lolek, de nueve años: “Ahora será tu madre”… Con el tiempo, el vínculo con María se convirtió en su vida en una cura y un consuelo ante la pérdida de su madre. Sin embargo, el Papa reconoció que la pérdida de su madre no era sólo un triste recuerdo, sino una conciencia siempre presente e incluso creciente de ausencia, a pesar del paso de los años.

Así lo demuestra uno de los poemas de juventud de Karol Wojtyla, “Sobre ti, blanca tumba”, escrito en la primavera de 1939, dedicado a “Emilia, mi madre”.

Sobre tu blanca tumba, amor mio apagado,
florecen las flores blancas de la vida
– Oh, cuántos años han pasado
sin Ti – el espíritu alado –¿Cuántos años?

 

Sobre tu blanca tumba Madre,
cerrada desde hace tantos años
algo parece levantarse, desde mi amor filial,

Inexplicable como la muerte

 

Sobre la tumba blanca Madre  : una oración:

Dale a ella el reposo eterno.



 

 

Fuente: JPdoc.pl 

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