Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 7 de julio de 2025

Iconografía: un camino de santidad (2 de 2)

 


¿Otros secretos del oficio de iconógrafo?

El icono consume. Como cuando se estudia, se tiene hambre, tienes necesidad de ir a la cocina a a tomar algo, a comer. Recuerdo que durante mis estudios  de iconografía, el maestro en determinados momentos desaparecía, y yo pensaba que había ido a la habitación a orar. Y sin embargo iba a la cocina, se preparaba una infusión, chocolate, te y después volvía con biscochos.  Las personas más rigidas quedaban perplejas, pero el maestro respondia: “El icono consume, tienen necesidad de algo dulce, vengan a recuperarse, esta es la ternura de Dios.”

 

¿Como se lleva a cabo la selección del tema? ¿El icono puede representar un estado de ánimo del iconógrafo?

El estado de ánimo forma parte. Claro, hay periodos en los cuales el estado de ánimo está inquieto y me doy cuenta que tengo más necesidad e oración, de confesión.  Te sientes apesadumbrado  por cosas de la vida que derivan de la incapacidad de abandonarte; en estos momentos es mejor no trabajar. La selección del tema nunca depende del iconógrafo.  Al inicio del recorrido la selección puede parecer nuestra, sientes que quieres hacer un tipo de icono; en realidad es el momento en el que, precisamente a través de la escritura de aquel icono, Cristo te hace sentir la necesidad de Él, de su rostro. Comienza un diálogo, una sinergia con Dios. El se sirve de tu obra, y de ahí que el iconografo exprese el concepto del “siervo inútil”, Hay momentos en los cuales siento el peso de tener que ponerme a trabajar. La Deesis, or ejemplo,la he estado escribiendo durante dos años y medio. Por eso cuando la veo en la iglesia pienso cuantas personas habrán orado ante aquel icono.  ¿Sabemos el valor que puede tener mi cansancio? EL Señor se ha servido de aquella obra, ¿Por qué? La inutilidad no está en aquello que haces. Hay un momento en el que sientes el peso de la servidumbre pero después aquel peso no lo sentirás más pues el Señor te lo quita. Este es el servicio gratuito dado a la Iglesia.  No quiero entrar en comparaciones con el Papa Wojtyla, pero quien sabe cuántas veces habrá sentido aquel peso. No quería hacer ciertas cosas y las hacia, las llevaba a término, para finalizada la tarea, presentarlas como sobre una bandeja de plata al Señor. Esta es la inutilidad: “He terminado mi trabajo, ahora es Tuyo, Señor”.

 

Juan Pablo II hablando de la templanza, invitaba a la belleza interior a la cual se llega por medio de la humildad. ¿Podemos encontrar esta virtud también en la icnografía?

En la vida existen momentos en los cuales uno es más humilde, más moderado, momentos en los cuales percibes mejor la belleza, pero también momentos de introversión, porque te aceptas menos. Afortunadamente para nosotros el Señor no lleva una agenda donde escribe nuestras faltas, no se reserva un rostro severo sino amoroso, valorando nuestra vida en su integridad.  La templanza es una virtud del hombre: la percibes, la vives, se manifiesta, pero no es algo que se pueda expresar con imágenes: en el momento en el que la expreso con imágenes, es una verdad que va explicada y entramos en el plano alegórico, no simbólico. La templanza en el icono se podría comparar con la armonía de colores. En la física la introducción de la luz produce un determinado color. Si este concepto lo transportamos a un nivel espiritual se asume que la luz es Cristo y cada uno de nosotros, absorbiendo la luz puede ser considerado un color. El mío será azul, el tuyo amarillo: todos somos luces de Cristo, y formamos parte del arco iris.

 

Hoy la gente está en continua búsqueda de espiritualidad. ¿Podemos hablar de un redescubrimiento del icono?

Durante mis cursos el aula está en continua búsqueda: el sentido de lo sagrado es fuerte. Cuando ocurre que el hombre se aleja de Dios, en un determinado momento retorna al Padre, El Padre Florenski comparaba el icono con la ventana. Si estoy en una habitación oscura, mis ojos terminan por ver también en la oscuridad porque se acostumbran. Pero de pronto se abre una ventana y entra un haz de luz, no solo veo mi habitación ahora completamente distinta, sino que percibo los colores que antes no lograba distinguir: veo una cantidad de pormenores, también las sombras. Apenas entra la luz de Dios comienzo a conocerlo y a distinguir la sombra de mi vida, de mis limites. Me resguardo a la  luz de Cristo y ya no podría vivir sin ella. Nadie que se haya encontrado con Cristo puede ya volver a cerrar la ventana.

(Aleksandra Zapotoczny y Michele Smits para TotusTuus, Boletin mensual de la Postulacion de la Causa de Beatificación y Canonización de Juan Pablo II, Nros 7-8 Julio/Agosto 2008.)

 

 En este enlace el libro completo del Padre Alfredo Sáenz: EL ICONO El esplendor de lo sagrado (en varios formatos)

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