Al cumplirse el año pasado el 10 aniversario de la JMJ 2002, Neil comenta en sus recuerdos que fue una celebración de vida, de fe, de diversidad y de juventud y que reflexionando sobre aquellos días sobreabundan las imágenes fuertes que acuden a su memoria al recordar aquella última visita del Papa a esas tierras. (traduzco de la página oficial de la Arquidiócesis de Toronto)
La llegada de Juan Pablo II - En lo que sería su última JMJ, abundaron en los medios todo tipo de especulaciones si el Papa vendría o no a Canadá, pero él nuevamente desafió a los escépticos. Se había preparado un elevador especial detrás del avión para que el papa descendiera del avión fuera del acceso de cámaras y medios y apareciera en la pista bajando solo unos escalones lento pero seguro, pero que fue utilizado solo parcialmente. Una señal más para todo el mundo involucrado en las JMJ que a pesar de nuestros desafíos físicos, espirituales o emocionales con el amor de Dios y nuestra perseverancia todo es posible. Para aquellos que habían venido en peregrinación de otras partes del mundo, pagado miles de dólares, hecho grandes sacrificios fue un recordatorio que todos debemos llevar nuestra propia cruz. Medios y organizadores eran testigo de lo que comenzaba a darle tono al resto de la semana.
Huelga comentar que el resto de la semana con el Santo Padre fue especial. Sabíamos que estaba viviendo sus últimos años y que probablemente fuese esta su última JMJ. El también lo sabía. Compartió con nosotros algo especial esa semana, como un abuelo visitando a sus nietos y compartiendo con ellos sus sabios consejos. Vivir su enfermedad tan públicamente fue una inspiración para todos y aquellas imágenes quedaron grabadas como un testimonio público de su sufrimiento. Y para mostrarnos que no era fortuito lo que había hecho a su llegada hizo lo mismo cuando partió – camino los escalones hasta el avión. Un espaldarazo a la esperanza.
El espíritu en las calles de Toronto – Habiendo vivido los cuatros días de las JMJ, uno de mis momentos favoritos es despertar el Dia 1 y observar la reacción de la ciudad al verse inundada por miles y miles de jóvenes. La mayoría de la gente no católica había escuchado o leído algo sobre las JMJ en su propia comunidad sin prestarle mucha atención. Pensaban en una convención parecida a una Expo con cientos de personas identificadas con tarjetas, algo que en realidad no afecta su vida diaria.
Pero verse envuelto en aquella marea haciendo fila entre jóvenes cantando en autobuses y subterráneos, aplaudiendo en transportes camino al trabajo, fue una inyección de gozo y alegría para la ciudad anfitriona y de repente todo el mundo de alguna manera se vio involucrado en la JMJ. Sonrisas que ves de gente totalmente extraña, gente con rostros de amistad y hospitalidad, no podías dejar de comprometerte en esa amabilidad espontanea y esperanzadora de la juventud del mundo que habían elegido Canadá como su hogar por unos días. Su alegría se esparció por la ciudad de una manera jamás vista y que no creo lleguemos a ver en un futuro muy próximo.
Numerosas diócesis albergaron a miles de peregrinos los días de las JMJ en Toronto organizando Dias de programas diocesanos. Fue una maravillosa oportunidad para que nuestros visitantes extranjeros conocieran la diversidad y la belleza de nuestro país. También se dieron cuenta que no es posible hacer un viaje de un dia entre Toronto y Vancouver;)
Caminando entre Obispos y sacerdotes La mayoría de los católicos ven a sus sacerdotes y obispos en el altar semana tras semana cuando celebran Misa o hablan en algún evento. Una de las maravillas de las JMJ fue pasar tiempo con obispos y sacerdotes a nivel más personal: caminando junto a ellos entre estación y estación, o camino a las sesiones, o en un puesto de helados. Barriendo jerarquías de la iglesia, todos comprometidos en un dialogo sano, afirmándonos unos a otros. Momentos como estos tienen lugar en todas las JMJ. Pero vivirlos en tu propia ciudad aumenta el gozo.
Sacramento de Reconciliación – para muchos no es un sacramento que este primero en la lista. Sin embargo las JMJ poseen esa fuerza de hacer del Sacramento de Reconciliación algo que invita, alguien con quien debes charlar, algo que no puedes simplemente saltear. En la JMJ se oye por todas partes eso de “irse a confesar” hasta tal punto que sientes la necesidad de hacer tu propia experiencia. Es que ha cambiado algo en cuanto al sacramento, hay nuevas reglas que poner en práctica? No, para nada. Es como sacarte de encima un par de rocas que pesaban en tus bolsillos, hacer borrón y cuenta nueva.
En la JMJ en Toronto, el Parque Duc in Altum a orillas del Lago Ontario fue por unos días el lugar de cientos de miles de confesiones durante la semana. Recuerdo mi confesor, un sacerdote del oeste de Canadá. Fue una de esas gracias que iluminan esos momentos que todos deseamos vivir algunas veces en nuestras vidas. Después de estar juntos un rato, me miro y me dijo “Hare la caminata peregrinando la JMJ avanzada la semana por tus intenciones” Y Dios me sonrió esa semana cuando me tope con él hacia el final de la peregrinación en Downsview Park.
Las estaciones del Via Crucis. En la JMJ en Toronto cientos de miles se alinearon en la University Avenue para revivir la historia de los últimos días del viaje de Cristo. Dicen que tenemos separación entre iglesia y estado pero estas Estaciones literalmente incluían el umbral de la Legislatura Provincial, siguiendo su camino alrededor de los iconos culturales de la ciudad y el Museo Real de Ontario. Hubo jóvenes que practicaron durante semanas y su vigorosa representación fue transmitida al mundo, recordándonos a todos que la fe indudablemente cumple un rol en la vida pública.
El milagro de los medios – Si bien abundan las historias y oportunidades de enojo y críticas a la Iglesia Católica, la JMJ 2002 en su gran mayoría fue un momento de conversión para muchos medios locales y nacionales. Con una amplia cobertura en todos los medios de comunicación estos días motivaron aun a los comentaristas no católicos a admirar el coraje de hospedar un encuentro tan global, se aunaron al espíritu de los peregrinos asombrados al ver a un Papa en sus años finales ser testigo para el mundo. Los reporteros aún hoy siguen hablando de aquella experiencia como “diferente a cualquier otra”. Los esfuerzos de la JMJ también rindieron un fruto adicional en nuestro pais, la fundación de la televisión Salt and Light con muchos de aquellos inspirados y profundamente comprometidos con la JMJ que quisieron continuar su viaje sirviendo a la iglesia en este nuevo ministerio.
Yo tuve la suerte de estar en el área de prensa para la Misa final de la JMJ Toronto, comentando para una red nacional. Solo dos veces en mi carrera recuerdo que alguien de los medios me pidió que le tomase una foto. En esta ocasión una reportera queria que le tomase una fotografía cuando el Papamobile pasaba por nuestro puesto de producción. Quería captar ese momento en la historia y me dijo “para documentar que fui parte de esta maravillosa experiencia con un líder tan inspirador”. Para que un periodista que ha cubierto ya cantidades de ocasiones históricas te diga esto es una observación verdaderamente fuerte.
Era algo extraño vivir la JMJ en nuestra propia ciudad. Solemos pensar en eventos a gran escala ocurriendo en otras partes pero verlo en los lugares que transitamos a diario inyectaba y literalmente marinaba con catolicidad - algo para contemplar.
“Reinara” eternamente (el título original – un juego de palabras - es He shall “Rain” Forever (rain: llover se pronuncia igual que reign: reinar) Se refire al Reino de Cristo y al tiempo inestable y amenazante que ya el cardenal Dziwisz en su momento llamo el pequeño milagro de la JMJ de Toronto. La vigilia en Downsview Park fue en medio de un tiempo terrible, un verdadero diluvio durante la noche con amenazas de tornados que en algún momento hicieron temer por una evacuación en masa (nunca fue anunciado públicamente porque donde podría albergarse a tanta gente?) Al amanecer y al aproximarse la Misa Papal, uno seguía preguntándose si ocurriría lo mismo que en 1984. Sin embargo al llegar el Papa Juan Pablo II se produjo un pequeño milagro de la JMJ – el sol comenzó a brillar a través de las nubes. Casi hacía pensar que el Santo Padre tenía algún tipo de relación con los de allá arriba ;) Fue como la frutilla del postre de la experiencia de la JMJ, la exclamación del Pontífice que compartiría con el millón de peregrinos en la Misa Final y sus emotivas palabras :
“Vosotros sois jóvenes, y el Papa es anciano; 82 u 83 años de vida no es lo mismo que 22 o 23. Pero aún se identifica con vuestras expectativas y vuestras esperanzas. Jóvenes de espíritu, jóvenes de espíritu. Aunque he vivido entre muchas tinieblas, bajo duros regímenes totalitarios, he visto lo suficiente para convencerme de manera inquebrantable de que ninguna dificultad, ningún miedo es tan grande como para ahogar completamente la esperanza que brota eterna en el corazón de los jóvenes”
Nadie conoce a fondo las cantidades de bendiciones de aquellos días de julio, aquellos que fueron inspirados a seguir una vocación, o se comprometieron con su fe, descubriendo su catolicidad o acercando a un ser querido a su círculo espiritual. Sin dudas todos los participantes tienen sus historias y sus reflexiones.
Yo sigo viendo de vez en cuando alguien que lleva una mochila JMJ 2002 albergando cientos de recuerdos, sueños y amistades. Cada uno lleva la suya a cuestas y todas rebalsan de historias, encuentros y bendiciones que son revividas de vez en cuando. JMJ 2002. Me sentí orgulloso de mi ciudad, mi país y ante todo, orgulloso de ser católico.
Neil MacCarthy es Director de Relaciones Públicas y Comunicaciones de la Arquidiócesis de Toronto.
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martes, 30 de abril de 2013
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