El Papa Juan Pablo II había convocado la IVConferencia General del Episcopado Latinoamericano para que su inauguración tuvieralugar el 12 de octubre, día que se cumplían 500 años de la “implantación de la cruz de Cristo en el Nuevo
Mundo.” El tema de este nuevo encuentro
era «Nueva Evangelización, Promoción humana, Cultura cristiana», que engloba
las grandes cuestiones que, de cara al futuro, debe afrontar la Iglesia ante
las nuevas situaciones que emergen en Latinoamérica y en el mundo.
El mismo día 12 les decía a los jóvenes dominicanosen su homilía de la Santa Misa en el Santuario de Nuestra Señora de la Altagracia
“¡Jóvenes dominicanos!, pido a Nuestra
Señora de la Altagracia que os fortalezca en la fe, que os conduzca a
Jesucristo porque sólo en Él encontraréis respuesta a vuestras inquietudes y
anhelos; sólo Él puede apagar la sed de vuestros corazones. La fe cristiana nos
enseña que vale la pena trabajar por una sociedad más justa; que vale la pena
defender al inocente, al oprimido y al pobre; que vale la pena sacrificarse
para que triunfe la civilización del amor. Sois los jóvenes del continente
de la esperanza. Que las dificultades que os toca vivir no sean un
obstáculo al amor, a la generosidad, sino más bien un desafío a vuestra
voluntad de servicio. Habéis de ser fuertes y valientes, lúcidos y
perseverantes. No os dejéis seducir por el hedonismo, la evasión, la droga, la
violencia y las mil razones que aparentan justificarlas. Sois los jóvenes que
caminan hacia el tercer milenio cristiano y debéis prepararos para ser los
hombres y mujeres del futuro, responsables y activos en las estructuras
sociales, económicas, culturales, políticas y eclesiales de vuestro país para
que, informadas por el espíritu de Cristo y por vuestro ingenio en conseguir
soluciones originales, contribuyáis a alcanzar un desarrollo cada vez más
humano y más cristiano.”
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