Capítulo
I, 4b cont. La oración del poeta
La
Colección Sonety – zarysy / Sonetos – Bosquejos que forma parte del volumen
Renessansowy psalterz / Salterios del Renacimiento / comienza con tres cartas
dirigidas a un amigo; los poemas aparecen
en la primavera de 1939. Su autor escribe desde una perspectiva distante. Se
dirige a su amigo y saluda a su tierra patria que continua estando tan cerca
suyo: “saluda los encuentros del solsticio de parte mía….saluda la Madochora y
sus rústicos pinos / es tan hermoso allí donde estás hoy, en las montañas!” Después se presenta como “poeta de los Piast
(legendario primer monarca de Polonia) con una misión especial a cumplir; misión que consiste en construir puentes.
Sobre todo, debe construir un puente de “esfuerzos ascendentes” que significan
la unión del hombre con Dios, y luego debe construir un puente de unión de un
hombre con otros hombres.
El
punto de partida de esta canción-oración es la experiencia de sufrimiento común
a toda la naturaleza y a todas las creaturas. Toda la naturaleza se esfuerza en
unirse a Dios, y es por eso que debemos escuchar su canción “acaso no suspira
con nosotros en el anhelo de la tierra, de las montañas y los álamos/ de torres
góticas que brotan de cimientos dolorosos (RP,IV,p.31). Del corazón de la
tierra, de las montañas, de árboles y plantas, brota una profunda oración de la
naturaleza que adora a Dios, el Creador. En la oración, se encuentra la
primerísima y natural experiencia de Dios que es el Señor del universo y
expresa su bondad ofreciendo a las criaturas el sol que abriga la tierra.
En
el amplio contexto de la naturaleza dirigida a Dios-el-Creador, emerge la
experiencia de los Piast que habían abierto su corazón a Dios: “En camino hacia
amanecer, no pasare por el arco iris de la melodía, tan amplio como el corazón
de los Piast cuando abrió su hogar / tan libre como un vitral, que oraría
durante toda la noche / tan silencioso….. – Escuche estos amanecer muchas
veces” (RP,V,p.32). Un profundo suspiro en el corazón de los Piast fue la
primera oración íntimamente ligada a la canción de la naturaleza cantada en
honor a Dios, antes aun que sus descendientes fueran purificados en las aguas
del bautismo.
Según
el autor de los Sonety/Sonetos/ fue la “polonesa”, canción nacida en el
comienzo mismo de la historia de la nación, de la experiencia primigenia del
Creador, que constituyo la primera oración de los Piast. La canción expresa los
anhelos más profundos del alma que llevan de la “polonesa” – la canción de la
naturaleza, al himno que se une con el
misterio de Dios. “Deja que el alma fluya de la polonesa al himno / de la
polonesa como símbolo de la encarnación del
Renacimiento / golpea mi alma con el himno / golpéala con cientos de
sacrificios de humo / con el estigma de los retiros góticos! El Omnipotente
Eli!” (RP VI, p.32-33) Durante el tiempo de las catedrales góticas, el canto de
la naturaleza de los Piast, que llegaba a sacrificios primitivos, llegó a entrelazarse
con la oración a Dios revelada en la Historia de la Salvación. Esta oración
primera aun sigue presente en las oraciones que se cantan en la iglesia, en la
música del órgano y en el humo del incienso. También está presente en los
salmos que se cantan en la iglesia y se dirigen hacia la cruz.
El
autor de Sonety/Sonetos también percibe la oración de la naturaleza en algunas
costumbres eslavas, en danzas y en canciones folclóricas, en
profundos anhelos y esfuerzos “”Veo esta canción cordial, rítmica y pia / veo
los mares de los ojos: las olas chispeantes a la luz de la luna / siguen las
huellas en procesión, caminan por campos rústicos / con sacrificios de corazones
y ojos – ofrendas ardientes” (RP, VII, p33). Esta sencilla experiencia lleva al
autor de los salmos al misterio de la Resurrección. Su “Alma eslava” está abierta
a Dios por naturaleza, a través de la experiencia de la belleza y el anhelo de
una felicidad eterna en el paraíso, así como también a través del anhelo por la
paz a la cual el autor refiere como el “Sacramento eslavo” que guarda la custodia.
Oración, unida naturalmente con el anhelo por la
libertad, inscripto en el alma eslava “Hay libertad en ti y travesura en los
abetos – luchadores del bosque / hay techos artesonados de nubes/ verdes laderas de arboles / y por sobre ello esta
libertad eterna, hay pías blancuras de picos
nevados / y está el noble ensueño en la armonía de tonalidades de esbeltos
arcos. El alma soñadora del eslavo
naturalmente se esfuerza por alcanzar a Dios a quien percibe como belleza
celestial. Su característica distintiva es su amor por la canción que se
expresa en “la melancolía de oración cordial” que se puede escuchar ante
cualquier gruta, particularmente en el mes de mayo. El alma inmersa en la
oración encuentra su expresión perfecta en la arquitectura de arcos de las
capillas del palacio real de Wawel, sus arcos parecen apuntar al cielo como una
melodía.
El
castillo de Wawel cuya forma, con sus numerosas ermitas y capillas recuerda al
autor del Rensansowy psalterz / Salterio renacentista / la acrópolis griega, está coronada por cruces
que embelesa el alma eslava dirigiéndola al cielo : “después de centurias de
cruces bizantinas sobre la Acrópolis / La encarnación de Cristo en las formas dóricas
y jónicas / Alma mía nacida de la libertad, forja el poder mesiánico / y transfórmalo
en salmos de Amor – en un salterio renacentista” (RP,XI, p.35-36) El alma
cristiana del poeta eslavo se alimenta de “la delicia del roble”, siguiendo las
huellas de Cristo y sus Evangelios. En
el alma del poeta, la experiencia evangélica se une íntimamente con la
naturaleza eslava, creando una nueva cualidad.
La
experiencia descripta por el poeta tiene lugar la noche de Kupala (San Juan Bautista)
a la que se refiere como la “noche de Kupala”, que es el tiempo en que los
eslavos prenden fogatas y adoran a sus dioses. En esa noche, la experiencia
primera se une con la experiencia del misterio del Espíritu simbolizado por la
Paloma: “Después arrodíllate entre las orquídeas – y tranquilízate, mi amigo /
en el fuego del solsticio – por el radiante brillo de lenguas / el órgano de
los bosques – oyes? Sobre y arriba el
brillo de la luz / sobre el cenáculo del mundo ha descendido – la Paloma (RP,
XIII, p.37) La fogata del solsticio se convierte en lenguas ardientes que
emiten la luz del Espíritu Santo y nos posibilita llegar a Dios, mientras la
experiencia primera se convierte en lo que conocemos como la experiencia del descenso del
Espíritu Santo sobre el “cenáculo del mundo”.
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