Confitemini Domino quoniam bonus, quoniam in
saeculum misericordia eius"
"Dad
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia" (Sal 118, 1)
Hoy
(aniversario de su muerte) celebramos la
memoria litúrgica de santa Faustina Kowalska, canonizada por el Papa Juan PabloII el 30 de abril de 2000, año jubilar.
Esta
memoria la estamos celebrando con aires de privilegio; poco ya falta para el inicio
del Año Santo de la Divina Misericordia, convocado por el Papa Francisco mediante la Bula "Misericordiae
vultus" de convocación
del jubileo extraordinario de la Misericordia, dada a conocer el 11 de abril
del presente año, Vigilia del 2do domingo de Pascua o de la Divina
Misericordia. La apertura del año santo el 8 de diciembre fiesta de la Inmaculada Concepción de Maria lleva además un gran significado
pues la Puerta Santa se abrirá en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio
Ecuménico Vaticano II. El Año
jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo,
el 20 de noviembre de 2016.
Gracia, misericordia y paz anunciaba la dedicatoria
de la Bula “a cuantos lean esta carta”. Quizás le hemos prestado poca atención a
esta dedicatoria tan especial.
En el primer párrafo de la Bula el Papa
Francisco nos introduce de manera directa y clara al misterio y significado de
la misericordia.
“ Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El
misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella
se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El
Padre, « rico en misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su
nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y
pródigo en amor y fidelidad » (Ex34,6) no
ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia
su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de
salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de
manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9).
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.”
Y más adelante explica:
Misericordia: es la palabra que revela el
misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo
con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental
que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al
hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une
Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para
siempre no obstante el límite de nuestro pecado.
“No
podemos olvidar – recuerda - la gran
enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica Dives in misericordia, que en su momento
llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que
afrontaba. Dos pasajes en particular quiero recordar. Ante todo, el santo Papa
hacía notar el olvido del tema de la misericordia en la cultura presente: « La
mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado,
parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida
y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el
concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre,
quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como
nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la
tierra mucho más que en el pasado (cfr Gn 1,28). Tal dominio sobre la
tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar
espacio a la misericordia … Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia
y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de
fe se dirigen, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios ».[9] Además, san Juan Pablo II motivaba con estas palabras
la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo
contemporáneo: « Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo que es
humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, está
amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo ... me obliga al mismo
tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el
mismo misterio de Cristo. Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia
y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del
mundo ».[10] Esta enseñanza es hoy más que nunca actual
y merece ser retomada en este Año Santo. Acojamos nuevamente sus palabras: « La
Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia – el
atributo más estupendo del Creador y del Redentor – y cuando acerca a los
hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es
depositaria y dispensadora ».[11] Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos
y Beatos que hicieron de la misericordia su misión de vida. En particular el
pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina
Kowalska. Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina
misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en
el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor.”
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