La
idea del Sínodo de Cracovia maduraría lentamente en la mente del arzobispo […]
en los últimos años de la década de los setenta, mientras acababa de escribir La renovación en sus fuentes, un viaje
guiado a través de los textos conciliares, el cardenal Wojtyła tomó una
decisión. La mejor forma de profundizar
la puesta en práctica de Cracovia del Concilio era que la archidiócesis
reviviera por entero la experiencia del Vaticano II a través de un sínodo
archidiocesano, un mini concilio al nivel de la Iglesia local.
El
noveno centenario del martirio de san Estanislao proporcionaría una fecha
ceremonial de clausura; así pues, el sínodo finalizaría en 1979, Estanislao
había sido obispo de Cracovia durante ocho años, de forma que ésa sería la
duración del sínodo que se convocaría solemnemente en 1971. Los sínodos diocesanos casi siempre eran de
carácter jurídico, asambleas legislativas del clero local para proveer de
estatutos legales a una Iglesia local. El de Wojtyla sería diferente, como lo
había sido el Concilio Vaticano II. El suyo seria un sínodo pastoral, un
esfuerzo por compartir la experiencia de la colegialidad en el concilio con los
sacerdotes y la gente de la archidiócesis. Asimismo, contaría con cierta
programación de planes y, aún mas importante, forjaría una comunidad cristiana.
El cardenal Wojtyła quería convertir la Iglesia de Cracovia en un vibrante
movimiento evangélico y apostólico. Esa era la forma de lograr que el Concilio
tuviera vigencia en Cracovia, y que estuviera en sintonía con, no en contra de,
la historia del catolicismo polaco que è y su gente acababan de celebrar.
Tras
un año de preparativos el sínodo fue
solemnemente convocado el 8 de mayo de 1972, en la catedral del Wawel, con la
asistencia de representantes de toda la archidiócesis. Durante los siete años
siguientes, el sínodo fue dirigido por una comisión central, presidida por el
obispo Stanislaw Smolenski y organizada por el padre Tadeusz Pieronek. La comisión se reunió en 119 ocasiones,
asumiendo constante responsabilidad del sínodo entre sus trece reuniones
plenarias. Todas las decisiones
importantes del sínodo se tomaron durante esas reuniones plenarias, en las que
los delegados incluían a clérigos y laicos.
A medida que se desarrollaba el sínodo, una comisión redactora inicio la
tarea de preparar los documentos sinodales.
Éstos se revisaban en las reuniones plenarias, en que se votaba a favor, en
contra, o a favor pero con la introducción de cambios, exactamente igual que en
el Concilio II. (Una diferencia local en Cracovia era que la Comisión Central,
al revisar cada enmienda, adición o corrección sugeridas, explicaba
públicamente por qué aceptaba, rechazaba o modificaba la propuesta).
El
Sínodo de Cracovia acabaría por producir unas cuatrocientas páginas de
documentos, que cubrían cada aspecto de la vida de la Iglesia en la
archidiócesis. Tales documentos, a su vez, se organizarían bajo tres
encabezamientos, que reflejaban los tres «oficios› o papeles de Cristo como
sacerdote, profeta y rey; tres oficios en los cuales, como enseñara Gaudium et Spes, participaba la gente de
la Iglesia, Cuerpo de Cristo en el mundo.”
George Weigel: Testigo de Esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1999)
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