Auschwitz/Oswiecim
– Maximiliano Kolbe
El
mensaje de Kolbe es de un equilibrio católico integral: el oprimido puede y
debe luchar por la justicia con armas de este mundo pero la verdadera victoria
es la victoria espiritual, y es la que recupera y reconstruye la verdad en uno
mismo y en los demás. Es solamente con
la mirada fija puesta en esta victoria que es posible evitar cruzar
inadvertidamente el límite hacia la injusticia y perder de vista las razones
humanas que convierten la lucha en digna y noble. Kolbe no tiene nada que ver
en las consecuencias de secularización (que algunos suponen pueden surgir del
pensamiento de Bonhoeffer.) Su vida demuestra que en esta tormentosa era de la
historia del hombre, es cada vez mas imperiosa la capacidad del hombre por la
humanización a fin de que el corazón humano no se rinda ante la barbarie.
Si
tratamos de abreviar en pocas palabras el dictamen sobre la historia contemporánea
que surge de lo que hemos tratado de exponer podemos decir que el conflicto que marca la historia
contemporánea es un conflicto por o contra la imagen cristiana de lo humano. Existieron varias formas de totalitarismos
que intentaron construir una ciudad sin Dios en la cual (no obstante sus
ocasionales reclamos humanísticos) el hombre se halla inexorablemente reducido
a ser un mero instrumento del poder. En
vista de este conflicto fundamental, en
cierto sentido, todos los demás
esfuerzos son secundarios. Nuestra intención no es minimizar la lucha que divide clases y naciones sino argumentar
que estos conflictos pueden resolverse de manera equitativa, justa y humana
solamente si están orientados por una visión cristiana del hombre: de otra manera
terminan por provocar un aumento de injusticia y finalmente la auto destrucción de la humanidad.
Es
bien fácil establecer como esta visión de historia contemporánea difiere de
aquella que se halla mas divulgada entre nosotros – la idea que las raíces de
la crisis de la civilización europea, que nos ha cargado con terribles y
continuos ciclos de guerras mundiales, debe buscarse en la esfera de la
economía, en la lucha entre clases y entre naciones. Lo que se vislumbra en
primer plano y ocupa mayormente nuestra atención es la lucha entre las
diferentes formas de totalitarismo moderno. Sin dudas, el caos de intereses
conflictivos nos vuelve sordos a la pacifica resistencia de todos aquellos que
rechazan renunciar a su dignidad humana y, en lugar de ponerse de un lado u
otro de estas formas de totalitarismos que compiten entre si por la dominación
mundial, buscan construir una alternativa.
Polonia
se ha visto envuelta en dos de las formas más violentas de totalitarismos
modernos, y frente a estas adversidades reafirmó otra visión del hombre creando
una oposición esencialmente moral. En
septiembre de 1939 las estructuras físicas del estado polaco se rindieron
inmediatamente ante la superioridad alemana. Sin embargo, los nazis no lograron
destruir la resistencia moral del pueblo.
Exterminaron a los intelectuales
y mataron una sexta parte de los sacerdotes con la intención de
destruir la conciencia espiritual de la nación. La resistencia moral se
reconstruyo a si misma alrededor de la presencia de testigos de la iglesia
católica y, por medio de ella, por algunos grandes hombres de fe. Ya hemos
hablado del padre Maximiliano Kolbe. En este contexto, debemos mencionar
también al cardenal Sapieha, arzobispo metropolitano de Cracovia, figura
gigante de obispo y sacerdote y símbolo de la resistencia espiritual, en cuya
esfera de influencia maduró la vocación sacerdotal del joven Karol Wojtyla.
Guiada
por otra gran figura de sacerdote y obispo, el Cardenal Stefan Wyszyński,
la iglesia también se opuso al totalitarismo comunista a través de su propia
resistencia moral anclada en la visión del hombre como “imagen visible del Dios
invisible”. Este testigo estimuló la
conciencia de la gente. Englobaba la voluntad de continuar la lucha por la
verdad y la libertad, y al mismo tiempo mantenía viva la conciencia que más
importante que la reforma política del régimen dominante es la reforma de la
conciencia – el redescubrimiento,
individual y comunitario, de una perseverancia esencial y una constante humanidad
frente a los reclamos del poder. Los hechos de Danzig en 1979, la protesta pacífica
y firme de todo un pueblo en defensa de la verdad y el derecho, habla de una
manifestación practica de una inclinación espiritual nueva, de la cual habla, quizás en el testimonio más lúcido que se haya
escrito, Józef Stanisław Tischner en
su The Ethics of Solidarity.”
Traducido de Rocco Buttiglione: KAROL
WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B.
Erdman Publishing Co. 1997
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