De entonces data su amistad con el entonces arzobispo de Cracovia, Monseñor Wojtyla, que le pidió un prólogo de presentación para su obra Amor y responsabilidad (1960), que tuvo luego un traducción francesa (1965) y otra española (1969). En 1969 lo nombraba Pablo VI miembro de la Comisión Teológica Internacional, con cuyo motivo asistía en Roma a sus diversas reuniones. Y Juan Pablo II, que en sus documentos oficiales raras veces cita a teólogos contemporáneos, hace excepción de esa norma más de una vez con las obras del P. De Lubac. Y durante su visita a Francia en 1980 le elogiaba públicaménte en un acto académico solemne en el Instituto· Católico de París. El mismo Juan Pablo II lo creaba finalmente cardenal, en febrero de 1983, con una designación que sorprendió a todos, tanto a sus más devotos defensores como a sus aferrados detractores, tanto de su persona como de -su doctrina. Era una rehabilitación total, y un premio a su labor incansable de defensor de la Iglesia. Tenía entonces ochenta y siete años. No se trataba ya, ni de que pudiera ejercer el gobierno de una diócesis determinada ni de que pudiera desempeñar cargo alguno directo en los dicasterios romanos. Era sencillamente un premio a su doctrina y a su persona. Desde 1974 vivía retirado en París, en el Centro Sevres, donde funcionaban las Facultades de Teología y Filosofía para los estudiantes de la Compañía de Jesús. No tenía encargo alguno de docencia, dada ya su edad, sino una mera incumbencia de escritor, con el cargo de consultor del Secretariado Romano para los no cristianos. Y en esa situación se hallaba cuando le alcanzaba la noticia· de su elevación al cardenalato, en el 1983. A continuación él mismo pedía, y obtenía, no recibir la consagración episcopal como los demás que habían sido creados cardenales sin ser antes obispos. Y en su calidad de cardenal, por así decirlo, «honorario», permanecería en el Centro Sevres de París, dedicado a la oración y al estudio, hasta el día de su muerte, el 4 de septiembre de 1991, con noventa y cinco años.
Con ocasión de su creación cardenalicia le hacía una entrevista el P. Carlos Mielgo, que residía entonces también en París. Le preguntaba ante todo que le dijera cuál era el significado propio de aquel nombramiento, y le contestaba el P. De Lubac: “Creo sencillamente que el Santo Padre ha querido significar en mi persona el aprecio que tiene ·por la investigación teológica y para ello ha querido tener en el Sacro Colegio a un simple teólogo como yo, Por otra parte, pienso que al elegir a un jesuita ha querido también manifestar su estima y confianza en la Compañía de Jesús, a la que tanta importancia da en la vida de la Iglesia, como aparece en su discurso a los Provinciales reunidos el año pasado en Roma.»
Pero ¿no se trataría de una rehabilitación suya?, le preguntaba el entrevistador.
Y
contestaba: «No lo creo de ninguna manera. A mí ciertamente, como teólogo, me
ha tocado vivir en Francia una época difícil, que va desde el final de la
segunda guerra mundial hasta desembocar en los hechos de mayo de 1968. Pero
durante ese largo tiempo, yo estuve gran parte retirado de la enseñanza, y esto
tuvo. para mí sus ventajas, ya que durante él pude escribir e investigar mucho.
Por otra parte, a mí no se me ha pedido nunca una retractación de nada, y todos
los Papas que he conocido, incluyendo Pío XII, han sido siempre sumamente
benévolos conmigo» (Vida Nueva, 1983, 19 mayo, n. 1.375, 26-27).
Así interpretaba el P. De Lubac su anexión al Colegio Cardenalicio. Ya en 1953, y para evitar posibles malentendidos, escribía su libro Meditaciones sobre la Iglesia, que debería ser considerado como una confesión de fidelidad y amor a la Iglesia, cuando estaba precisamente retirado de toda labor de enseñanza; y no como una velada retractación de su pensamiento sobre lo que había escrito en 1956 sobre Lo Sobrenatural, que tendría una nueva edición en 1965, Le Mystere du Surnaturel, por lo que fuera en aquel tiempo severamente amonestado. Puede decirse que el P. De Lubac supo conectar con la sensibilidad de su época, y fue, sin duda alguna, un hijo ejemplar de la Compañía de Jesús y de la Iglesia.
Tomado de esta fuente donde al final del articulo se incluye una extensisima bibliografia con un listado de:
-Libros por orden cronológico
-Traducciones numerosas a diversas lenguas
-Bibliografía sobre Henri de Lubac
Invito ademas leer HENRI DE LUBAC (1896-1991): El teólogo del «SOBRENATURAL» (Prof. Santiago Madrigal)
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