En el Ángelus del 5 de julio de 1998 el Santo Padre Juan Pablo II anunciaba la publicación de su Carta apostólica Dies Domini sobre la santificación del domingo, el día del Señor, la Pascua de la semana .
Juan Pablo II había firmado la carta el 31 de mayo, “día de Pentecostés, para subrayar que es fruto especial de este año que, en la preparación inmediata del jubileo, está particularmente dedicado a la reflexión sobre el Espíritu Santo. En efecto – agregaba - , el Espíritu Santo es quien propone continuamente a la memoria de la Iglesia las riquezas del misterio de la Redención y ayuda a los creyentes de cada generación a redescubrirlas y vivirlas. Entre las prioridades urgentes hoy en la vida de la comunidad cristiana – decìa - figura, precisamente, el redescubrimiento del domingo. En efecto, muchos corren el riesgo de considerarlo y vivirlo sólo como «fin de semana». Pero el domingo es algo muy diferente: es el día semanal en el que la Iglesia celebra la resurrección de Cristo”.
Recordaba que el domingo debe ser santificado, sobre todo con la participación en la Santa Misa y reconocía que “Hoy, para ser fieles a la práctica dominical, es preciso a menudo ir «contra corriente».”
Este es el primer párrafo de la Carta Apostólica
“1. El día del Señor —como ha sido llamado el domingo desde los tiempos apostólicos—(1) ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación y el inicio de la « nueva creación » (cf. 2 Co 5,17). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la prefiguración, en la esperanza activa, del « último día », cuando Cristo vendrá en su gloria (cf. Hch 1,11; 1 Ts 4,13-17) y « hará un mundo nuevo » (cf. Ap 21,5)”
En el Catecismo de la Iglesia catòlica (1167) leemos que el domingo “es el día por excelencia de la Asamblea litúrgica, en que los fieles "deben reunirse para, escuchando loa palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los 'hizo renacer a la esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos'" (SC 106)” y cita a San Jerónimo “El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación (S. Jerónimo, pasch.).”
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Selección de textos de la carta apostólica
Recordaba que el domingo debe ser santificado, sobre todo con la participación en la Santa Misa y reconocía que “Hoy, para ser fieles a la práctica dominical, es preciso a menudo ir «contra corriente».”
Este es el primer párrafo de la Carta Apostólica
“1. El día del Señor —como ha sido llamado el domingo desde los tiempos apostólicos—(1) ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación y el inicio de la « nueva creación » (cf. 2 Co 5,17). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la prefiguración, en la esperanza activa, del « último día », cuando Cristo vendrá en su gloria (cf. Hch 1,11; 1 Ts 4,13-17) y « hará un mundo nuevo » (cf. Ap 21,5)”
En el Catecismo de la Iglesia catòlica (1167) leemos que el domingo “es el día por excelencia de la Asamblea litúrgica, en que los fieles "deben reunirse para, escuchando loa palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los 'hizo renacer a la esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos'" (SC 106)” y cita a San Jerónimo “El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación (S. Jerónimo, pasch.).”
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