Recordamos hoy el domingo 31 de enero de 1988, otro de los domingos del Año Mariano, durante el cual Juan Pablo II nos invitaba peregrinar a los santuarios marianos. Una peregrinación algo diferente pues el día de esta “visita” , fiesta de san Juan Bosco, se recordaba el centenario de la muerte del santo.
En esta peregrinación espiritual Juan Pablo II nos invitaba acercarnos con el pensamiento a la Basílica de Maria Auxiliadora de Turín, al . “monumento a la Virgen construido por San Juan Bosco”.
“Tengo grabado en mí – decia el Santo Padre - el recuerdo del gran cuadro colocado sobre el altar mayor del santuario. En él Don Bosco quiso que se expresara la visión que tenía de la función eclesial de la Virgen, la de ser "Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos" (cf. Maravigile della Madre di Dio invocata sotto il titolo di Maria Ausiliatrice, Turín 1868, pág. 6). En el cuadro, está en lo alto, iluminada por el Espíritu Santo y rodeada de los Apóstoles. El Santo había pedido al pintor Tomaso Lorenzone que reprodujera alrededor de Ella los momentos más significativos de la historia, en los que la Auxiliadora había mostrado su materna y extraordinaria protección hacia la Iglesia. El artista le dijo que necesitarían todas las paredes del templo, y no pudo plasmar en imágenes la grandiosa propuesta de Don Bosco.
“Don Bosco – expresaba el Santo Padre - como se le llama cariñosamente en todo el mundo… veneró, amó, imitó profundamente a la Virgen bajo el título de Auxilium Christianorum difundió insistentemente su devoción, vio en Ella el fundamento de toda su ya mundial obra en favor de la juventud y de la promoción y defensa de la fe. A él le gustaba decir " María misma se ha construido su casa", como subrayando el que la Virgen hubiese inspirado milagrosamente su camino espiritual y apostólico de gran educador y, de un modo más amplio, el que María hubiera sido puesta por Dios como ayuda y defensa de toda la Iglesia.”
Con esa misma fecha 31 de enero de 1988 el Papa daba a conocer su Carta Apostólica Iuvenum Patris dirigida a don Egidio Vigano, rector mayor de la Sociedad de san Francisco de Sales.
En esta peregrinación espiritual Juan Pablo II nos invitaba acercarnos con el pensamiento a la Basílica de Maria Auxiliadora de Turín, al . “monumento a la Virgen construido por San Juan Bosco”.
“Tengo grabado en mí – decia el Santo Padre - el recuerdo del gran cuadro colocado sobre el altar mayor del santuario. En él Don Bosco quiso que se expresara la visión que tenía de la función eclesial de la Virgen, la de ser "Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos" (cf. Maravigile della Madre di Dio invocata sotto il titolo di Maria Ausiliatrice, Turín 1868, pág. 6). En el cuadro, está en lo alto, iluminada por el Espíritu Santo y rodeada de los Apóstoles. El Santo había pedido al pintor Tomaso Lorenzone que reprodujera alrededor de Ella los momentos más significativos de la historia, en los que la Auxiliadora había mostrado su materna y extraordinaria protección hacia la Iglesia. El artista le dijo que necesitarían todas las paredes del templo, y no pudo plasmar en imágenes la grandiosa propuesta de Don Bosco.
“Don Bosco – expresaba el Santo Padre - como se le llama cariñosamente en todo el mundo… veneró, amó, imitó profundamente a la Virgen bajo el título de Auxilium Christianorum difundió insistentemente su devoción, vio en Ella el fundamento de toda su ya mundial obra en favor de la juventud y de la promoción y defensa de la fe. A él le gustaba decir " María misma se ha construido su casa", como subrayando el que la Virgen hubiese inspirado milagrosamente su camino espiritual y apostólico de gran educador y, de un modo más amplio, el que María hubiera sido puesta por Dios como ayuda y defensa de toda la Iglesia.”
Con esa misma fecha 31 de enero de 1988 el Papa daba a conocer su Carta Apostólica Iuvenum Patris dirigida a don Egidio Vigano, rector mayor de la Sociedad de san Francisco de Sales.
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