“En este segundo domingo de Adviento resuena con vigor esta invitación de san Juan el Bautista, un grito profético que sigue resonando a lo largo de los siglos.
Lo escuchamos también en nuestra época, mientras la humanidad prosigue su camino en la historia. A los hombres del tercer milenio, en busca de serenidad y paz, san Juan Bautista les indica el camino que es preciso recorrer.
2. Toda la liturgia del Adviento se hace eco del Precursor, invitándonos a ir al encuentro de Cristo, que viene a salvarnos. Nos preparamos para recordar de nuevo su nacimiento, que tuvo lugar en Belén hace cerca de dos mil años; renovamos nuestra fe en su venida gloriosa al final de los tiempos. Al mismo tiempo, nos disponemos a reconocerlo presente en medio de nosotros, pues nos visita también en las personas y en los acontecimientos diarios.
3. Nuestro modelo y guía en este itinerario espiritual típico del Adviento es María, que es mucho más bienaventurada por haber creído en Cristo que por haberlo engendrado físicamente (cf. san Agustín, Sermón 25, 7: PL 46, 937). En ella, preservada inmaculada de todo pecado y llena de gracia, Dios encontró la "tierra buena", en la que puso la semilla de la nueva humanidad.”
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