“¡Id! ¡Difundid la Buena Nueva hasta los confines del mundo!”
En su primer viaje a España el Beato Juan Pablo II se detuvo en Javier, “cuna y santuario del “Apóstol de las nuevas gentes” y “celestial Patrono de todos los misioneros y misioneras y de todas las misiones” y Patrono también de la Obra de la Propagación de la Fe, para la Celebración de la Palabra y entrega de los crucifijos a los misioneros .
Era una visita que “no figuraba en el itinerario papal que preparó la Conferencia Episcopal Española. Fue una decisión personal de Juan Pablo II.”
En su homilía Juan Pablo II delineaba el “dinamismo misionero” del santo:
“Javier es prototipo de misioneros en la línea de la misión universal de la Iglesia. Su motivación es el amor evangélico a Dios y al hombre, con atención primordial a lo que en él tiene valor prioritario: su alma, donde se juega el destino eterno del hombre: “¿Y qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?”.
Este principio evangélico estimula su vida interior. El celo por las almas es en él una apasionada impaciencia. Siente, como otro Pablo, el apremio incontenible de una conciencia plenamente responsable del mandato misionero y del amor de Cristo, pronto a dar la vida temporal por la salud espiritual de sus hermanos: “Quien quiere salvar su vida la perderá, y quien pierda la vida por mí y el Evangelio, ése la salvará”. Este es el resorte incontenible que anima el asombroso dinamismo misionero de Francisco Javier.
Tiene clara conciencia de que la fe es don de Dios, y funda su confianza en la oración, que practica con asiduidad, acompañándola con sacrificios y penitencias; y pide también a los destinatarios de sus cartas la ayuda de sus oraciones. Modela su identidad en la aceptación plena de la voluntad de Dios y en la comunión con la Iglesia y sus representantes, traducida en obediencia y fidelidad de mensajero, previo un exquisito discernimiento; y actúa siempre con visión y horizontes universales, en sintonía con la misión de la Iglesia, sacramento universal de salvación. Antepone al anuncio y la catequesis, que practica como labor fundamental, una vida santa con relieve pronunciado de humildad y de total confianza en Jesucristo y en la santa Madre Iglesia.
Su caridad y métodos de evangelización, y concretamente su sentido de adaptación local e enculturación, fueron propuestos por la Congregación “de Propaganda Fide”, al recomendar, en la Instrucción a los primeros vicarios apostólicos de Siam, Tonkin y Cochinchina, la vida y sobre todo las cartas de Francisco Javier, como segura orientación para la actividad misionera.”
¿Queréis un programa de vida que dé a ésta sentido pleno y llene vuestras más nobles aspiraciones? Aquí, joven como tantos de vosotros, Javier se abrió a los valores y encantos de la vida temporal, hasta que descubrió el misterio del supremo valor de la vida cristiana; y se hizo mensajero del amor y de la vida de Cristo entre sus hermanos de los grandes pueblos de Asia.
Jóvenes de Navarra: vuestra javierada anual y la cita también anual de los nuevos misioneros de España para recibir el crucifijo, han hecho el “Camino de Javier”; donde vuestro encuentro con el santo misionero universal es abrazo de reconciliación, renovación pascual y compromiso de vida y de colaboración —también misionera— con Jesucristo.
El esfuerzo de anunciar la Buena Nueva es la tarea cotidiana de la Iglesia, que embellece a ésta como esposa, fiel sin reservas, a su Esposo. Aceptad, pues, una parte de ese esfuerzo que embellece a la Iglesia.
¡Id! ¡Difundid la Buena Nueva hasta los confines del mundo! Id y anunciad: “Jesús es el Señor”.
Invito Leer Juan Pablo II quiso venir a Javier
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