Son innumerables las gracias que poblaron el año que termina, que gratifican nuestra memoria y son motivo de profundo agradecimiento:
el Año de la Vida, que despertó conciencias en todo el mundo;
el viaje apostólico del Papa Benedicto XVI a Benin y su encuentro con el “humanismo lozano, que se encuentra en el alma joven de África”;
el Encuentro del Papa Benedicto XVI en Asís, "Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz";
el llamado al Año de la fe, con motivo del 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.
Sin embargo, para este blog, hay una que sobresale:
la beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo II
el segundo domingo de Pascua (1ro de Mayo),
domingo que él mismo quiso se dedicase a la Divina Misericordia.
“Este hijo ejemplar de la Nación polaca – decía el Santo Padre Benedicto XVI en su homilía de beatificación - ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Más en síntesis todavía: nos devolvió la fuerza de creer en Cristo, porque Cristo es Redemptor hominis, Redentor del hombre: el tema de su primera Encíclica e hilo conductor de todas las demás.”
¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Desde el Palacio nos has bendecido muchas veces en esta Plaza. Hoy te rogamos: Santo Padre: bendícenos. (Benedicto XVI)
FELIZ AÑO A TODOS!!!
FELIZ AÑO A TODOS!!!
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