“Conoci a mi esposo cuando estaba estudiando en la
Facultad de Educación Fisica. Ambos eramos estudiantes de primer año. También terminamos ese periodo de estudios de
tres años juntos. Él al mismo tiempo seguía
cursando Ingenieria en el Instituto Politécnico de Cracovia. Este era su interés principal y su área mas
importante de estudios. Hacia fines de
los ´40 era difícil ser admitido a la
Universidad, mas aun cuando se trataba del hijo de un soldado de la
preguerra. Jerzy ya habia jugado basket
en el equipo “Cracovia” durante sus estudios secundarios y sus amigos le
sugirieron que se postulara para ser admitido a la Facultad de Educación
Fìsica, donde seguramente sería aceptado.
Finalmente fue aceptado en ambos programas de estudio. Como no era uan persona de perder
oportunidades comenzó a estudiar ambas carreras.
No sé cómo se conoció Jerzy con el padre Karol
Wojtyla. Nunca le pregunté. Yo no sabía – no podría haber imaginado – la
importancia que llegaría a tener esta relación para todos nosotros. Yo solo puedo decir que desde el comienzo de
los ´50 existía un grupo de jóvenes amigos, en su mayoría estudiantes
universitarios, que se reunian con el padre Karol Wojtyla, ayudante de pastoral
y capellán en la Iglesia de San Florián.
Se llevaban tan bien que decidieron llamarse Rodzinka, “pequeña familia”
y al padre lo llamaban Wujek “tio”. A
comienzos del verano de 1953, el sacerdote le presentó a sus jóvenes amigos a
un estudiante del Politécnico, que acababa de perder a su padre y que necesitaba
entrar en ese grupo.
La primer “aventura” en la cual participo Jerzy tuvo
lugar en las montañas Beskidy de Żywiec
en Julio de 1953. En Agosto, Rodzinka organizó una gran excursion a Bieszczady,
que llego a ser un verdadero desafío: para algunos era una expedición difícil
hacia lo desconocido. En 1953 ya ambos nos habíamos graduado. Los dos estábamos
trabajando y continuamos esa relación de amistad, unidos por intereses comunes,
por ejemplo como mantener y profundizar nuestra fe viviendo bajo un régimen
hostil y para muchos de nosotros también nuestro gran deseo de conocer nuevos lugares.
Ya habíamos compartido algunas experiencias maravillosas, como las salidas hacia las montañas para
esquiar o las estupendas travesías en kayak.
Cuando Jerzy fue aceptado a participar en la excursión a Bieszczady, preguntó si también podría
unirme yo recordando mis aptitudes y mis ganas de viajar. La Rodzinka acepto. La excursión resulto estupenda y quedo
grabada no solo en nuestros corazones sino también en el corazón del Santo
Padre.
Jerzy ya se había encariñado con esta gente y decidió
compartir su propia pasión: los viajes en kayak. En septiembre de 1953 organizó
la travesía por el Rio Brda. Alquiló algunos kayaks plegables –los únicos que usábamos
– y salimos en nueve de ellos. La salida resultó exitosa. Todo el mundo se sentía
feliz. Además el sacerdote descubrió la posibilidad de contemplar a solas,
inmerso en la belleza de la naturaleza, o navegando solo cuando se internaba en
el bosque. Si encontraba a alguien con
quien hablar, navegaban juntos o caminaban de dos en dos hacia el bosque. Acampando todos aprendimos a vivir en
comunidad y a ayudarnos unos a otros en las circunstancias más diversas. Al
anochecer reunidos alrededor del fuego continuaban con sus largas charles sobre
la vida, sobre los problemas relacionados con ellos como estudiantes, sobre la perspectiva
del futuro, todos temas que de alguna manera se relacionaban con la fe y los
valores. En esa época estos problemas
solo se podían compartir en un entorno discreto de amigos íntimos. Obviamente los viajes en kayak no le quitaron
tiempo a otras salidas. Continuamos
nuestras escaladas hacia las montañas y organizamos excursiones en
bicicleta. Mientras que las excursiones
a las montañas duraban a veces varios días, las salidas en bicicleta eran más
cortas y menos frecuentes. La razón era
probablemente la falta de equipo no siempre disponible para todos.
Creo que fueron precisamente esas salidas que
posibilitaron un enfoque más individual y pastoral entre el padre Karol y
Jerzy. Sin embargo, la característica mas importante y más profunda de su acercamiento
era la tendencia hacia la santidad, perseverando día a día. Para nosotros Wujek ya era un santo. Sabemos que Jurek (Jerzy) también tendía a la
santidad, aunque no hablara de ello. Justamente
esa era una faceta de su forma de ser que no siempre nos gustaba. El era un hombre serio, responsable. Era capaz de abandonar una fiesta alegre, si
se acordaba que tenia tareas pendientes que hacer en su profesión. Nunca se quedaba hasta muy tarde. Esto era
especialmente lo que más nos molestaba.
Sus estudios en dos facultades le demandaban una dedicación intense y sistemática. De hecho el sabía muy bien que no podía
permitirse negligencia alguna. Aprovechaba todos los momentos del día. Hoy creo que es justamente esta forma de
enfocar las cosas tan seriamente era una de las características comunes que compartían
ambos. En ese sentido el sacerdote
siempre nos sorprendía, y siguió haciéndolo hasta el fin de sus dias. El podía
centrar su atención en varias cosas simultáneamente. Por ejemplo podía participar en una
conferencia y al mismo tiempo estar escribiendo un texto para después brindar una conclusión brillante a la misma
conferencia. El podía estar leyendo un
libro y al mismo tiempo escuchando a otro que leía otro libro en voz alta,
sabiendo bien lo que decían ambos textos.
Jerzy no poseía este don. Al contrario necesitaba
paz y silencio para poder concentrarse sobre un tema especial. No obstante era una persona organizada y
ordenada. Creo que esta forma de ser la aprendió
en el grupo de los scouts, donde había participado antes que la organización
fuese disuelta por el régimen de la Republica Popular Polaca. Siempre que el debía resolver un problema lo
hacia metódicamente. Estaba al tanto de la literatura de la época, reflexionaba
mucho, preguntaba, tomaba nota. En casos de un problema importante, hablaba de
ello con el sacerdote. No creo que Wujek
fuera su confesor. Cuando se decidió por
uno aun no lo conocía al padre Karol. Si no me equivoco su confesor durante un
tiempo fue el padre Jan Pietraszko. Fue
cuando Jerzy pertenecía a la “Iuventus Christiana” más tarde disuelta por el régimen. Después de
haber conocido al padre Karol conversaba
mucho con el. Primero eran solo temas
que se referían al grupo. Cuando el grupo de Rodzinka comenzo a crecer y
se fueron agregando nuevos miembros, a menudo recomendados por el sacerdote o
por otros miembros del grupo, comenzamos a identificarnos de diferentes maneras
Paczka (“grupo”) Towarzysvo (“compañia”) Srodowisko (“milieu”). Los últimos dos siguen siendo utilizados por
nosotros. Las amistades que nacieron de
este enjambre de gente joven, en sus comienzos tan reducido y que se fue ampliando
cada vez mas fue el fruto de la oración y de la búsqueda de una relación mas
personal con el sacerdote. El dictaba conferencias y nos daba charlas,
celebraba la Santa Misa, ofreciéndola pr
quienes celebraban su onomástico o rezando para solucionar algún problema
importante en sus vidas. Además de los ejercicios espirituales para
estudiantes, el también celebraba Misa. Son inolvidables sus homilías en la capilla
universitaria de Santa Ana o en la Iglesia de San Florián, donde participábamos
fielmente – aunque poco a poco el grepo de graduados fue haciéndose cada vez
mas grande – al final de cada año académico el organizaba para nosotros algunos
días de retiros “privados”. Srodowisko llevaba una vida rica en relaciones, viajes
y cultura. El sacerdote nos acompañaba en nuestras excursiones, salidas a conciertos,
teatro y cine y participaba también en los
debates que surgían a consecuencia. Hablamos
durante las excursiones, alrededor del fuego, en conversaciones organizadas en
nuestras casas. En este grupo, cada vez
mas numeroso, pero “discreto” hasta el final,
se formaron amistades duraderas y surgieron también muchos matrimonies.
Obviamente los temas acerca de un compromiso y también de la vida conyugal eran
discutidos y hablados durante conversaciones individuales.
Aun hoy no puedo comprender como encontraba
tiempo para todo. Siempre estaba disponible, preferentemente por las
tardes. Cuando un problema no encontraba
solución nos escribía una carta analizando y profundizándolo. Las cartas eran muy importantes y también
largas. Esto nos ayudaba a resolver no solo problemas teóricos en nuestras
vidas, sino también los practices y personales. El aclaraba, sugería, guiaba,
pero nunca presionaba tomar una decisión determinada. Eso lo dejaba a nuestro criterio. Creo que
era precisamente su total compromiso en resolver nuestros problemas que evito
que entre nosotros saltara alguna envidia.
Cada uno de nosotros obtenía lo esperado, lo que necesitaba. El sacerdote era amigo de cada uno de
nosotros; era una autoridad, un maestro
y para muchos también su confesor. Le deseábamos
el bien y el quería lo major para nosotros.
Le guardábamos mucha estima y el también nos estimaba; por otro lado
durante toda su vida el estimaba a cada persona que encontraba. Todo el mundo pudo comprobarlo. Wujek trataba a todas las personas que se dirigían
a el con sus propios problemas de la misma manera. Nosotros no fuimos una excepción. Nosotros
fuimos una pareja entre muchas otras.
Con el correr del tiempo fueron surgiendo varias parejas de
comprometidos y entonces Wujek comenzo a organizar retiros para ellos. Luego siguieron los retiros para padres en
espera de su primer hijo. Mas allá de
los temas de Srodowisko las conversaciones entre el sacerdote y Jerzy
principalmente rondaban acerca del trabajo professional y la vida
conyugal. Generalmente yo no participaba
en estas conversaciones, a menos que fuera en compañía de otras personas
durante nuestras excursiones o durante visitas.
Yo era tímida. No sabía entablar una relación y me retraía. El sacerdote no imponía su presencia. En un
determinado momento Jerzy compartio conmigo sus ideas, y más tarde también el contenido de sus
charlas con Wujek o sus sugerencias. Yo confesé
mi “interes” en Jerzy cuando le anunciamos a Wujek nuestro camino hacia el
matrimonio. No obstante, debo agregar que mi “interés” ya había sido evidente
durante algunos años. Entonces el
sacerdote nos hizo un gran regalo: dos semanas antes de nuestro casamiento nos
invite a una excursión solo a nosotros dos desde Ptaszkowa a Krynica. Este fue nuestro retiro spiritual antes del
casamiento. El primer día hablamos del
Misterio de la Santísima Trinidad, el Segundo día de las riquezas y peligros en
la vida familiar y conyugal.
Dos semanas mas tarde, el 29 de junio de 1957, el bendijo nuestro matrimonio en la Colegiata
de Santa Ana. Esto ocurrió hace más de
medio siglo y no puedo recordar las palabras exactas y las instrucciones del
sacerdote. Entonces no teníamos la posibilidad de grabar. No obstante estoy profundamente convencida
que su enseñanza permaneció con nosotros
hasta el final y aun sigue guiándome a mi. – Para el – así es como lo siento yo
– éramos sus amados hijos (El esplendor de la paternidad) y en el mejor de los
sentidos, en cierta manera un campo de experimentación. Entonces el Obispo Wojtyla estaba escribiendo
Amor y responsabilidad y preparando un plan para parejas y familias en su diócesis.
En su carta del 8 de enero de 1997, a Srodowisko (despues de leer nuestros
recordatorios en el libro Zapisdrogi…) el Santo Padre escribió:
Por lo tanto en la segunda y tercera generación
encontramos la respuesta a la pregunta que planteabamos en 1950: que hacer para vivir – bajo las nuevas
condiciones, bajo la presión del régimen marxista – que hacer para vivir una
vida humana, auténtica, merecedora de nuestra herencia polaca y cristiana,
noble y buena, abierta a Dios y a los hombres?
Creo que Srodowisko vivio precisamente de esta
manera. Y se lo debemos a él.”