La ermita de Santa María de los
Ángeles, situada en el paraje llamado Porciúncula, a pocos kilómetros de Asís,
fue el lugar sagrado preferido por san Francisco. En la ermita y sus
alrededores se desarrollaron muchos hechos decisivos de la vida y obra del
Santo. Allí comenzó la Orden Franciscana, allí inició santa Clara su aventura
evangélica, allí tenían los frailes su casa solariega, allí murió Francisco.
Pero antes, en 1216, obtuvo allí de Cristo, por intercesión de la Virgen, el
privilegio del «Perdón de Asís» o «Indulgencia
de la Porciúncula»,
confirmado por Honorio III a partir del 2 de agosto
de aquel año, renovado y extendido luego por otros papas. En el siglo XVI, para
acoger a los numerosos fieles que acudían a lucrar la indulgencia, se construyó
el grandioso templo, que alberga en su centro la humilde ermita, declarado en
1909 basílica patriarcal. Las condiciones para ganar la indulgencia son:
visitar una iglesia franciscana, rezar un padrenuestro y un credo, confesar y
comulgar y orar por las intenciones del Papa.- Oración:
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los Ángeles, que
participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.” (Directorio Franciscano)
Invito leer el muy interesante texto Santa Maria de los Ángeles
en la Porciúncula por Gualtiero Bellucci, o.f.m. en la página oficial de losfranciscanos
Con ocasión de la Fiesta del Perdón en la Basílica de Santa Maria de los
Ángeles en Asís se espera para hoy alrededor de las 15.00 la llegada de unos 1600 jóvenes de la Marcha franciscana que llegan a pie: algunos de ellos han marchado durante diez dias. Son jóvenes entre 18 y 32 años provenientes de todos los rincones de Italia.
La Basílica Santa Maria de los
Ángeles fue seriamente dañada durante el terremoto en Asís de 1997. Con ocasión
de la reapertura de la la capilla de la Porciúncula, y la basílica patriarcal
donde se conserva, que volvía a abrir sus
puertas en 1999 el
Beato Juan Pablo II envió un Mensaje a la Orden franciscana de losfrailes menores.
“El Poverello
sabía – decía Juan Pablo II - que «en todo lugar se puede dispensar la gracia a
los elegidos de Dios; pero conocía por experiencia que el lugar de Santa María
de la Porciúncula estaba enriquecido de gracia más abundante (...). Por eso
decía muchas veces a los Frailes: "... Este lugar es, en verdad, santo y
morada de Cristo y de la Virgen, su madre"» (Espejo de Perfección,
83). La humilde y pobre iglesita se había convertido para Francisco en el icono
de María santísima, la «Virgen hecha Iglesia» (Saludo a la B.V.M.),
humilde y «pequeña porción del mundo» (cf. 2 Cel 18), pero indispensable al
Hijo de Dios para hacerse hombre. Por eso el santo invocaba a María como
tabernáculo, casa, vestidura, esclava y Madre de Dios (cf. Saludo a la B.V.M.).
Precisamente en la capilla
de la Porciúncula, que había restaurado con sus propias manos, Francisco,
iluminado por las palabras del capítulo décimo del evangelio según san Mateo,
decidió abandonar su precedente y breve experiencia de eremita para dedicarse a
la predicación en medio de la gente, «con palabra sencilla y corazón generoso»,
como testimonia su primer biógrafo, Tomás de Celano (1 Cel 23). Así inició su
singular ministerio itinerante. Y en la Porciúncula tuvo lugar después la toma
de hábito de santa Clara, y en ella se fundó la Orden de las «Damas pobres de
San Damián». Allí también Francisco pidió a Cristo, mediante la intercesión de
la Reina de los Ángeles, el gran perdón o «indulgencia de la Porciúncula»,
confirmada por mi venerado predecesor el Papa Honorio III a partir del 2 de
agosto de 1216. Desde entonces empezó la actividad misionera que llevó a
Francisco y a sus frailes a algunos países musulmanes y a varias naciones de
Europa. Allí, por último, el Santo acogió cantando a «nuestra hermana la muerte
corporal» (Cántico de las criaturas).
Invito
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