Señor Jesucristo,
enviado por el Padre y ungido por el Espíritu,
que has confiado a tus discípulos el anuncio de la salvación,
para que llegue hasta los confines de la tierra
y hasta el final de los tiempos,
suscita en América Latina
una nueva primavera de vocaciones.
Tú, que conoces a cada
uno por su nombre
y tienes palabras de vida eterna,
renueva en el Continente de la esperanza
la invitación a dejarlo todo y seguirte,
para que muchos jóvenes se entreguen a ti
en el ministerio sacerdotal o en la vida consagrada,
dedicándose por entero al servicio del Evangelio.
Tú, que confías a tus
amigos las palabras del Padre,
sé el único Señor y Maestro de todos los llamados.
Derrama sobre las
comunidades eclesiales los dones de tu Espíritu,
para que una nueva generación de apóstoles
anuncie tu Resurrección a todos los hombres
y los convoque en tu Iglesia.
Renueva en todos los
bautizados
el apremiante llamado a la Nueva Evangelización,
para que sean testigos de tu Verdad y de tu Vida,
en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Te lo pedimos por
intercesión de la Virgen María,
modelo de entrega total a tu servicio
y Madre de todos los llamados a ser apóstoles de tu Reino.
Amén.
(del Mensaje del Santo Padre Juan pablo II a los participantes
en el primer congreso continental latinoamericano de vocaciones (Itaici, Sao
Paulo, 23-27 de mayo de 1994)
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