El 22 de abril de 1993 presentaba sus credenciales el primer
embajador de Tirana (Albania) ante la Santa Sede.
En su discurso el Papa reconocia
que Albania atravesaba un momento nada
fácil debido a la pesada herencia dejada por el viejo régimen. Y llamaba a la joven democracia a abrazar con
ambición y orgullo el objetivo de superar la estrechez de la estructura
reinante hasta entonces y a resolver los graves problemas que atravesaban, para asi consolidar nuevas estructuras dentro
del marco de las convenciones internacionales.
El mismo 22 de abril el Papa Juan
Pablo II visitaba
el Santuario Madre del BuenConsejo de Genazzano, considerado también el Santuario del pueblo albanes porque la
tradición cuenta que la misma imagen que se venera en Scutari (Albania)
apareció prodigiosamente en Genazzano el 25 de abril de 1467. Alli concurría asiduamente también la Madre
Teresa de Calcuta, la última vez el 10 de junio de 1993. Una copia fiel de la imagen de este Santuario
fue bendecida por el Papa Juan Pablo II y entronizada por él mismo durante su
visita a Scutari el 25 de abril de 1993.
Y asi el 25 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II visitaba Albania, un país básicamente ateo, tras casi cincuenta
años de régimen comunista. Fue una
visita de tan solo un dia, y era el primer Papa que visitaba el país. El programa incluía la visita a Scutari (un
40% de católicos) y donde se encontraba el único seminario del país, que
alojaba entonces 52 seminaristas. En Tirana, en cambio los católicos eran unos
10.000 sobre una población de 250.000 habitantes. Toda Albania contaba entonces con tan solo 16
sacerdotes diocesanos, 45 religiosos y 155 religiosas.
En la catedral de Scutari, que los
comunistas habían transformado en un centro deportivo, el Papa consagró a
cuatro obispos albaneses, entre ellos los de Scutari y Tirana. Después, antes de volver a Roma, se dirigió a
la nación albanesa en la plaza Scanderbeg de Tirana. Radio Vaticano rememoraba
este momento:
“El sol se había ya puesto en Tirana cuando Juan Pablo II comienza a hablar.
Pero las personas que llenan la plaza Scanderbeg saben que hay una luz más
grande que les ilumina. Y que no se puede apagar. Es la luz de la fe el Cristo,
que ha resistido en el corazón de los albaneses a los largos y fríos días
oscuros del invierno comunista. Karol Wojtyla, el Papa venido de Polonia, que
sabe bien qué sufrimientos han atravesado los cristianos albaneses, ha querido
estar en Albania para compartir la alegría por la libertad reencontrada y para
honrar la fe indestructible del pueblo albanés.”
Era la víspera de la festividad de
Nuestra Señora del Buen Consejo, y en el Ángelus Juan Pablo II expresaba “En la
solemne celebración, que acabamos de concluir en la catedral, se bendijo la
primera piedra del nuevo santuario dedicado a la Virgen del Buen Consejo.
Destruido dos veces en el curso de la historia, volverá a surgir como símbolo
de la fe indestructible del pueblo albanés. La ordenación de vuestro arzobispo
y la primera piedra de vuestro santuario, punto de referencia de la fe de todos
los creyentes de Albania, constituyen de este modo dos signos alentadores
de una comunidad que reanuda su camino con nuevo vigor y con responsabilidad
más consciente.
También recordaba a los fieles que hacía un año, el 26 de
abril de 1992 en ese mismo lugar el nuncio apostólico, mons. Ivan Dias, en presencia
de eclesiásticos, sacerdotes, religiosas, autoridades civiles y un gran número
de fieles, consagraba a Albania a la Virgen del Buen Consejo.
Se cumplia casi una utopia: la visita de un Papa a un país que había inscrito el ateísmo a fuego
en su Constitución y en su gente. Un país que había impuesto el ateísmo de
estado, con una persecución activa y violenta de todas las religiones, instituciones, líderes y creyentes. Aun desde la antigua Yugoslavia
con un régimen comunista Albania era vista como un país que vivía en
ostracismo, aislado del resto del mundo con las historias de terror más
increíbles. Yo misma recuerdo la impresión que me causó cuando – estando en el
lago Ohrid, aun durante el gobierno comunista en Yugoslavia – nos comentaron
que el lago dividía esa parte de Yugoslavia que era Macedonia y Albania, que la
parte albanesa estaba minada y por el limite corría un cerco electrificado.
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