(imagen de Wikimedia)
“A un conjunto de vaticinios y profecías de Isaías se le llama comúnmente
"libro del Emmanuel" (caps. 6-12), porque destaca en él la figura de
un niño maravilloso, cuyo nombre "Emmanuel" está lleno de misterio
pues significa "Dios-con-nosotros". Este Niño es anunciado como signo
por el Profeta Isaías al rey Acaz en un momento de gran peligro para la casa
reinante y para el pueblo, cuando el rey y la nación están a punto de ser
avasallados por los enemigos.
El rey se siente desanimado y no piensa dirigirse a Dios; tiene planes
humanos que desea llevar a efecto. "No la pido (la señal), no quiero
tentar al Señor". Entonces Dios anuncia a Acaz el castigo, pero al mismo
tiempo reafirma su fidelidad a las promesas sobre la descendencia de David:
"El Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad, la Virgen está encinta
y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel" (Is 7,
12-14).
Es un signo de salvación y prenda de liberación para los creyentes; pues se
lee en el libro de Isaías: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una
luz grande; habitaban tierras de sombra y una luz les brilló. Acreciste la
alegría, aumentaste el gozo" (Is 9, 1-2).
"Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva al hombro
el principado y es su nombre Maravilla de Consejero, Dios potente, Padre
perpetuo, Príncipe de la paz" (Is 9, 5-6).
Y la profecía prosigue como en un crescendo. Brotará un renuevo del tronco
de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él posará el Espíritu del
Señor, espíritu de ciencia y discernimiento, espíritu de consejo y valor,
espíritu de piedad y temor del Señor" (Is 11, 1-2). Se trata
del Espíritu del Mesías que manará de Él como de fuente inagotable sobre
cuantos creen en Él (cf. Jn 7, 38). Gracias a este Espíritu,
el conocimiento del Señor henchirá toda la tierra "como las aguas colman
el mar" (Is 11, 9). Por esto puede captar el Profeta:
"Sacaré aguas con gozo de las fuentes de la salvación" (Is,
12, 3; cf. Jn 4, 13-14).”
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