“Caminemos juntos,
peregrinos, hacia la cruz del Señor, pues con ella comienza una nueva era en la
historia del hombre. Este es tiempo de gracia, tiempo de salvación.
A
través de la cruz el hombre ha podido comprender el sentido de su
propia suerte, de su propia existencia sobre la tierra. Ha descubierto cuánto
le ha amado Dios. Ha descubierto, y descubre continuamente, a la luz de la fe,
cuán grande sea el propio valor.
Ha aprendido a medir la propia
dignidad con el metro de aquel sacrificio que Dios ha ofrecido en su Hijo para la
salvación del hombre: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su
unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la
vida eterna" (
Jn 3, 16).”
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