Mensaje
cuaresmal del Cardenal Karol Wojtyla en Cracovia, 1978 (1ra parte)
Era el último mensaje de Cuaresma del cardenal Karol WOjtyla en su tierra, Cuaresma que se celebraba en el marco del jubileo enlazado con el 900º aniversario del servicio episcopal de San Estanislao. Un mensaje dedicado al sexto mandamiento del Decálogo: «No cometerás adulterio», tema que ya había sido tratado en el Mensaje anual del Episcopado con ocasión de la
solemnidad de la Sagrada Familia.
Decia el Cardenal Wojtyla :
"temática que nosotros retomamos en la exposición –
unitaria y continua – de la ley moral, formulada en los Mandamientos. Y lo
hacemos conscientes que es ella, en cierto sentido, la raíz a partir de la cual
se desarrollara el árbol de la moral, en sentido humano y cristiano
conjuntamente.
El antiguo testamento expresaba en forma lapidaria
los Mandamientos que se refieren a la esfera de la convivencia humana: los «no»
dictados por Dios: «no mataras», «no cometerás adulterio», «no robaras», «no
darás falso testimonio» poseen toda la fuerza expresiva de la prohibición
divina.
« No cometerás adulterio» en referencia directa al matrimonio, unión – en la
eterna ley divina – indisoluble y sacramental entre mujer y marido…« dejará el
hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne»
(Gen, 2,24)
Esa unión a que se refiere el mandamiento, es la
misma que en las costumbres de algunos pueblos y culturas se concretiza en la
unión de la casa y del lecho familiar. « No cometerás adulterio» quiere decir:
no destruirás esta unión, presérvala, defiéndela, como bien fundamental de
orden humano, social y moral.
Este bien es realzado en toda la simplicidad y profundidad que le son propias,
en el juramento prestado por los esposos, que consagran en la Iglesia su
matrimonio. Amor, fidelidad, honestidad matrimonial hasta la muerte. Estas son
las palabras que confirman el bien a pleno y que el sexto mandamiento intenta
salvaguardar. Y si bien la forma de prohibición « No cometerás adulterio»
primordialmente indica al hombre el mal que habrá de evitar, conlleva al mismo
tiempo, con autoridad de mandamiento, el bien primario que Dios mismo defiende
De aquel goza ante todo la pareja, para convertirse
más tarde en patrimonio de los hijos, y finalmente de toda la sociedad, cuyo
bienestar y fuerza moral dependen del amor, de la fidelidad y de la integridad
de cada unión matrimonial.
El mandamiento se refiere directamente a los cónyuges, señalándoles cual forma
de convivencia marital, a esta comunión fundamental que en el juramento de
fidelidad, fortalecido por la bendición divina, se proyecta a la aceptación y
educación de los hijos e indirectamente a todos, imponiendo al hombre y a la mujer
respetarse mutuamente. En sentido más amplio aun, exige el respeto de la
sexualidad humana, en el profundo significado del término, en cuanto ella se
halla en estrecha relación con la dignidad de la persona y con la
responsabilidad de los padres.
« No cometerás adulterio» requiere por lo tanto pureza interior y publica, y a
su vez la condena de todo aquello que la viola o amenaza. Contrasta por lo
tanto, con todo aquello que en las costumbres, en el arte, en los espectáculos
tiende a la destrucción del clima de candor o presenta peligro para el bien
querido por Dios: como Creador haber hecho al hombre «en alma y cuerpo» a su
imagen y semejanza, como Redentor indicándole el camino de la vida en la verdad
y en el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario