“En nombre de los Apóstoles replica a esta afirmación Tomás:
«Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?» (Jn 14, 5). La
observación es oportuna y Jesús capta la petición que lleva implícita. La
respuesta que da permanecerá a lo largo de los siglos como luz límpida para las
generaciones futuras. «Yo soy el camino, la verdad, y la vida.
Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6).”
Jesús nos lo dice de manera sencilla, profunda, directa y se va
para prepararnos un «sitio» en «la casa del Padre»….pero ”para alcanzar esa
meta sólo hay un camino: Cristo” decía el beato Juan Pablo II en la homilía con ocasión de la tan
esperada beatificación del Padre Pío, un domingo como
hoy V (A) de Pascua.
Este camino no es fácil, no lo fue fácil para el Padre Pío en su vida
religiosa de 60 años, llena de incomprensiones, aun dentro del seno de la misma
Iglesia a la cual el amaba tanto. No obstante, la “vida de este humilde hijo de
san Francisco fue un constante ejercicio de fe” y cuando
sobre el se “abatió la «tempestad», tomó como regla de su existencia
la exhortación de la primera carta de san Pedro, Acercaos a Cristo, la
piedra viva (cf. 1 P 2, 4).
«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios» - nos recuerda Juan Pablo II en su homilía, “exhortación de Cristo que recogió el nuevo
beato, que solía repetir: «Abandonaos plenamente en el corazón divino de
Cristo, como un niño en los brazos de su madre». Que esta invitación penetre
también en nuestro espíritu como fuente de paz, de serenidad y de alegría. ¿Por
qué tener miedo, si Cristo es para nosotros el camino, la verdad y la
vida? ¿Por qué no fiarse de Dios que es Padre, nuestro Padre?”
Invito
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