JUAN MANUEL BURGOS, Para
comprender a Wojtyla, BAC, Madrid 2014, 144 págs. ISBN: 978-84-220-1714-1)
El autor es un
reconocido especialista internacional en la filosofía de Karol Wojtyla, (cuanto
lamento no haber podido charlar un poco con el durante aquel impresionante
encuentro que fue el Congreso
Internacional Legado de Juan Pablo I I el Magno que tuvo lugar en Bogota hace
justamente 10 años - 19 y 20 de febrero
de 2010 organizado por la Universidad Sergio Arboleda y la Red Internacional de
Cátedras de Juan Pablo II el Magno) sobre la que ha publicado
La filosofía personalista de Karol Wojtyla
y ha dirigido, además, la edición de las obras del pensador polaco en
castellano, incluida la muy reciente publicación de un texto inédito en lengua
hispana como Lecciones de Lublin
(Palabra, Madrid 2014).
El autor ha dividido el
libro Para comprender a Wojtyla, una introducción a su filosofía, en
siete capítulos. El primer capítulo, denominado “El itinerario intelectual”,
hace las veces de introducción a toda la obra y, por tanto a los capítulos
posteriores. Burgos va a desarrollar este capítulo y, en realidad, algunos de
los capítulos posteriores, de un modo que podríamos calificar de “histórico”.
Siguiendo la estela de las obras principales del Wojtyla, Burgos puede poner
así de manifiesto que, de hecho, en el pensamiento del autor polaco hay una cierta
evolución. Así, pone como ejemplo, entre otros, la visión que Wojtyla tiene del
método fenomenológico, que es “secundario y meramente auxiliar” al principio
(p. 7) y que, al final, “se ha convertido en el modo de acceso a la realidad ya
que posee un alcance trans-fenoménico” (p. 8). En efecto, hay un desarrollo de
su pensamiento entre la época de la escuela ética de Lublin (capítulo II), el
libro Amor y responsabilidad (capítulo III) y el libro Persona y acción
(capítulo IV).
En el capítulo II, denominado
“La escuela ética de Lublin”, Burgos expone la posición ética de Wojtyla, que
se distancia de la posición tanto de Ayer como de Kant como, también, hasta
cierto punto, de Tomás de Aquino. En efecto, para Wojtyla la ética no se
reduce, como sostiene Ayer, a la mera emoción (p. 11) ni a un puro deber formal
sin contenidos, como en Kant (p. 11) ni a una deducción de la ciencia
metafísica. En efecto, para Burgos “la comprensión tomista de lo real tiende a
presentar un esquema de pensamiento en cascada que comienza por la metafísica.
La ciencia del ente en cuanto ente genera las estructuras comunes a todos los
seres, que después se despliegan analógicamente adaptándose a la diversidad de
cada uno de los órdenes. Es decir, la ética depende de la metafísica”
(p. 12). Para Wojtyla,
sin embargo, lo central es la experiencia moral y la ética es la reflexión
sobre esta experiencia y es, en este sentido autónoma, pues no requiere de ninguna otra ciencia para acceder a
su punto de partida (p. 12) Reseñas 178 QUIÉN • Nº 1 (2015): 177-179
El capítulo III, se
denomina con el mismo título de la primera obra de Karol Wojtyla: Amor y
responsabilidad. El autor señala cómo en este periodo el pensador polaco
comienza a adelantar algunas de las propuestas que llevará a cabo en Persona y
acción, tales como la autodeterminación o la subjetividad personal, pero que no
ha desarrollado todavía plenamente, como sí hará después. Amor y
responsabilidad tiene el gran mérito de enmarcar la ética sexual en el contexto
de la relación interpersonal entre varón y mujer y de presentar de modo
positivo lo que se debe hacer, en orden al amor interpersonal. Hasta entonces
era mucho más frecuente exponer qué es lo que no se debía hacer y, en algunas
ocasiones, sin tan siquiera explicar el por qué.
El capítulo IV se dedica
a la obra cumbre de Wojtyla: Persona y acción. En efecto, gracias a este texto
el pensador polaco se convierte para Burgos en “uno de los grandes filósofos
del siglo XX” (p. 54) porque se propone y lleva a cabo “la completa
reconstrucción de los conceptos antropológicos básicos a partir de elementos
tradicionales y modernos generando una nueva antropología de corte
personalista” (p. 56). En efecto, en esta obra el filósofo polaco introduce la
subjetividad personal, el autoconocimiento y la autoconsciencia, la
autodeterminación, la autoposesión y el autodominio, la psique y el soma, etc.
Wojtyla elabora una terminología propia (usa, por ejemplo, “acción” en lugar de
“acto” o “soma” en lugar de “cuerpo”) porque lleva a cabo una antropología
propia, partiendo, en cierto modo, de la antropología clásica y asumiendo
algunos elementos de la antropología moderna. No usa una terminología moderna
para “repetir” la antropología clásica ni cae en el eclecticismo entre clásicos
y modernos. Sencillamente, elabora una filosofía propia partiendo de elementos
comunes a unos y otros y, sin embargo, no identificándose con ninguno de ellos.
En este sentido, Burgos da, en parte, la razón a Merecki cuando este afirma que
Wojtyla “no pertenecía en sentido estricto a ninguna escuela” (pp. 82-83). El
pensador polaco elabora, en cierto modo, una filosofía nueva, que Juan Manuel
Burgos va a describir como “personalismo ontológico moderno cuyo objetivo es
subrayar que existe un tipo de personalismo que, manteniendo unas bases
profundamente realistas, advierte la necesidad imperiosa de reconstruir los
conceptos clásicos a la luz de la filosofía moderna y desde un punto de vista personalista” (p.84) Reseñas
QUIEN Nro1 (2015) 177-179
Los capítulos V, VI y
VII los dedica Burgos a “algunas cuestiones particulares” (p. 85) como son el
método filosófico de Wojtyla (capítulo V), la subjetividad personal (capítulo
VI) y la persona femenina (capítulo VII). El autor del libro escoge estas cuestiones
para poner de manifiesto la fuerza y la originalidad del pensamiento de
Wojtyla. En efecto, el método filosófico de Wojtyla se distingue tanto del
planteamiento clásico y medieval como también de la fenomenología moderna, si
bien tiene puntos en común con ambas. A su vez, la importancia de la
subjetividad personal y su integración con la dimensión objetiva de la persona,
que Wojtyla no abandona nunca, es tal que merece ser estudiada aparte. Por
último, Wojtyla se encuentra entre una serie de autores pioneros en el estudio
de la persona femenina en el siglo XX, con Edith Stein, Julián Marías y otros.
El autor de esta obra señala en más de una ocasión que “el objetivo de este libro es
introductorio por lo que es probable que el lector considere insuficientes
muchas de las explicaciones que vamos a proponer y desee ahondar llegar al
fondo de las cuestiones” (p. 23). Su objetivo era “exponer, a trazos gruesos,
las características centrales de la filosofía de Karol Wojtyla” (p. 84). Y,
tras una lectura atenta, coconsidero que alcanza su objetivo. Expone de manera
sencilla cuestiones profundas y el lector puede percibir con claridad que,
efectivamente, el filósofo polaco tiene una filosofía propia, que se pone de
manifiesto al compararla con el pensamiento de otros grandes autores.
Sergio Lozano Arco
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