En
el capitulo 18 de Cruzando el Umbral de la Esperanza,
bajo el titulo "El reto de la nueva evangelización", Vittorio Messori
le pide a Juan Pablo II que explique dos términos que aparecen con frecuencia
en sus enseñanzas: “evangelización” y “nueva evangelización”.
El Papa responde extensamente explicando los
términos y habla de la historia de la evangelización, las diferentes misiones y
la vitalidad de la Iglesia, hasta llegar a la actualidad.
Es
sintomático que la Redemptoris missio hable de una nueva primavera de la
evangelización, y es aún más significativo el hecho de que esta Encíclica haya
sido acogida con gran satisfacción, incluso con entusiasmo, en tantos ambientes.
Después de la Evangelii nuntiandi, se propone como una nueva síntesis de la
enseñanza sobre la evangelización del mundo contemporáneo.
La
Encíclica precisa cuáles son los principales problemas; llama por su nombre a
los obstáculos que se acumulan en el camino de la evangelización; aclara
algunos conceptos, de los que a veces se abusa, especialmente en el lenguaje eriodístico;
finalmente señala las partes del mundo, por ejemplo los países poscomunistas,
en las que la verdad del Evangelio es esperada de una manera especial. Para
éstos, que son países de largo pasado cristiano, se impone una especie de «re-evangelización».
La nueva
evangelización no tiene nada que ver con lo que diversas publicaciones han
insinuado, hablando de restauración, o lanzando la palabra proselitismo en tono
de acusación, o echando mano de conceptos como pluralismo y tolerancia,
entendidos unilateral y tendenciosamente. Una profunda lectura de la Declaraciónconciliar Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa ayudaría a esclarecer
tales problemas, y también a disipar los temores que se intenta despertar,
quizá con el fin de arrancar a la Iglesia el coraje y el empuje para acometer
su misión evangelizadora. Y esa misión pertenece a la esencia de la Iglesia. El
Concilio Vaticano II hizo una declaración de principios afirmando que «la
Iglesia [...] es por naturaleza misionera» (Ad Gentes, 2).
[…]
Hoy se
da, pues, la clara necesidad de una nueva evangelización. Existe la necesidad
de un anuncio evangélico que se haga peregrino junto al hombre, que se ponga en
camino con la joven generación. ¿Tal necesidad no es ya en sí misma un slntoma
del ano 2000, que se está acercando? Cada vez más a menudo los peregrinos miran
hacia Tierra Santa, hacia Nazaret, Belén y Jerusalén. El pueblo de Dios de la
Antigua y de la Nueva Alianza vive en las nuevas generaciones y, al finalizar
este siglo xx, tiene la misma conciencia de Abraham, el cual siguió la voz de
Dios que lo llamaba a emprender la peregrinación de la fe. ¿Qué palabra oímos
con más frecuencia en el Evangelio sino ésta?: «Sígueme» (Mateo 8,22). Esa palabra
llama a los hombres de hoy, especialmente a los jóvenes, a ponerse en camino
por las rutas del Evangelio en dirección a un mundo mejor.”
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