“La verdad – que
se presenta en primer lugar con la pregunta acerca del sentido – ha de alcanzar
a todos los filósofos, pero también al hombre común. Ésta puede, en la fase d investigación,
tomar la forma de una verdad parcial. Pero luego llega el momento, cuando el
hombre se plantea la cuestión de la relación entre verdad filosófico-religiosa
y verdad revelada por Jesucristo. La fe cristiana se descubre ante el esfuerzo del
hombre, pero sobre todo ante la razón humana, y su constante búsqueda, y revela
la posibilidad de alcanzar la meta de sus deseos (FR 33). La verdad que Dios
revela en Jesucristo no contradice las verdades de la razón del hombre. EL
orden de la verdad filosófica y el orden de la verdad de fe se encuentran aquí,
y “conducen a la verdad en su plenitud” (FR 34).
Por una parte,
esta unidad de verdad se postula desde el principio de no contradicción de la razón
misma: por otra, ésta es una certeza que se nos da en la Revelación, que indica
que el Dios Creador es el Dios de la historia de la salvación.
La Iglesia ha
apreciado siempre a los pensadores que combinaban el saber filosófico, en su
búsqueda de la verdad absoluta, con la sabiduría de fe que conduce al fin último,
es decir, a la revelación en Cristo Jesús. El Papa recuerda sobre todo a San Alberto
Magno y a Santo Tomás de Aquino porque “fueron los primeros en reconocer la necesaria
autonomía que necesitaban la filosofía y las ciencias, para emplearse
eficientemente en sus respectivos campos” (FR 45), pero sin el hecho nefasto de
separar estas dos columnas de la ciencia que son la filosofía y la teología.
Los modernos
intentos de separar la razón de la fe son nocivos y peligrosos para ambas. “Es
ilusorio pensar – sostiene Juan Pablo II
que la fe, ante una razón débil, tenga una incisividad mayor; por el
contrario, ésta cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición”. Por parte del conocimiento racional, la separación
de la fe y la razón es un enemigo mortal del rango universal de la cultura y de
la ciencia. A fin de evitarlo, Juan Pablo II pide que a la audacia de la razón se
corresponda la valentía de la fe (FR 48).
El horizonte de
un acercamiento sapiencial en busca de la verdad, donde la fe y la razón no se
oponen sino que colaboraron juntas, da testimonio, según el Papa, de la
dignidad del hombre y de la grandeza de la razón y de la cultura. Juan Pablo II
está convencido de que esta es la ruta del hombre de hoy y del de mañana. La misión de evangelizar, propia de los
cristianos, comporta la acogida de este criterio del universalismo humana del espíritu
para llegar a alcanzar a Cristo, la Verdad y el sentido último de la vida y de
la cultura.”
(Totus Tuus, Nr
3 2010)
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