Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 25 de julio de 2018

50 años de la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI (1 de 3)




“El motivo del encuentro es el XX aniversario de la Encíclica Humanae vitae que Pablo VI publicó el 25 de julio de 1968 sobre el grave problema de la recta regulación de la natalidad. En la alocución del miércoles siguiente a la publicación de la Encíclica, el mismo Pablo VI confió a los fieles los sentimientos que lo habían guiado en el cumplimiento de su mandato apostólico. Decía: "El primer sentimiento ha sido el de una gravísima responsabilidad nuestra. Ese sentimiento nos ha introducido y sostenido en lo vivo del problema durante los cuatro años requeridos para el estudio y la elaboración de esta Encíclica. Os confesamos que este sentimiento nos ha hecho incluso sufrir no poco espiritualmente. Jamás habíamos sentido como en esta coyuntura el peso de nuestro cargo. Hemos estudiado, leído, discutido cuanto podíamos, y también hemos rezado mucho... Invocando las luces del Espíritu Santo, hemos puesto nuestra conciencia en la plena y libre disponibilidad a la voz de la verdad, tratando de interpretar la norma divina que vemos surgir de la intrínseca exigencia del auténtico amor humano, de las estructuras esenciales de la institución matrimonial, de la dignidad personal de los esposos, de su misión al servicio de la vida, así como de la santidad del matrimonio cristiano; hemos reflexionado sobre los elementos estables de la doctrina tradicional y vigente de la Iglesia, y especialmente sobre las enseñanzas del reciente Concilio; hemos ponderado las consecuencias de una y otra decisión, y no hemos tenido duda alguna sobre nuestro deber de pronunciar nuestra sentencia en los términos expresados por la presente Encíclica" (cf. Insegnamenti di Paolo VI, vol. VI, 1968, págs. 870-871).

De todos son conocidas las reacciones, a veces ásperas y hasta despreciativas, que también en algunos ambientes de la misma comunidad eclesial ha recibido la Encíclica Humanae vitae. Mi venerado predecesor las había previsto claramente. De hecho, escribía en la Encíclica: «Se puede prever que estas enseñanzas no serán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces —ampliadas por los modernos medios de propaganda— que están en contraste con la de la Iglesia. A decir verdad, ésta no se extraña de ser, a semejanza de su Divino Fundador, "signo de contradicción" (cf. Lc 2, 34); pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, tanto natural como evangélica" (n. 18).

Por otra parte, Pablo VI mantuvo siempre una profunda confianza en la capacidad de los hombres de hoy de acoger y de comprender la doctrina de la Iglesia sobre el principio de la "inseparable conexión, que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador". (n. 12). "Nos pensamos —escribía él— que los hombres, en particular los de nuestro tiempo, se encuentran en situación de comprender el carácter profundamente razonable y humano de este principio fundamental" (n. 12).”


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