Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 27 de noviembre de 2020

Plegaria de Juan Pablo II en la Capilla de la Medalla Milagrosa

 


Oración de Juan Pablo II en la Capilla de la Medalla Milagrosa en Rue de Bac, Paris en su visita del 31 de mayo de 1980  (levemente abreviada, pues estaba dirigida al pueblo frances)

Dios te salve, María,

llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos.

Esta es la oración que tú inspiraste, oh María, a Santa Catalina Labouré en este mismo lugar hace ciento cincuenta años; y esta invocación, grabada en la medalla, la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero.

Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división, que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos en especial por este pueblo …, por la Iglesia … por sus Pastores, por las almas consagradas, por los padres y madres de familia, por los niños y los jóvenes, por los hombres y mujeres de la tercera edad. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda en un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe. Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas. Te pedimos que el llamamiento a la vocación sacerdotal y religiosa sea ampliamente escuchado y secundado para gloria de Dios y vitalidad de la Iglesia en este país y en los países que siguen esperando ayuda mutua misionera.

Te encomendamos especialmente a la multitud de Hijas de la Caridad, cuya casa madre está enclavada en este lugar y aquí, siguiendo el espíritu de su fundador San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac, están tan dispuestas a servir a la Iglesia y a los pobres en todos los ambientes y en todos los países. Te pedimos por las que viven en esta casa y, en el corazón de esta ciudad febril, acogen a todos los peregrinos que conocen el precio del silencio y la oración.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.


No hay comentarios: