1. El primero y
fundamental punto de referencia de la presente catequesis son las profesiones de
la fe cristiana universalmente conocidas. Se llaman también "símbolos de
fe". La palabra griega "symbolon" significaba la mitad de un
objeto partido (por ejemplo, de un sello) que se presentaba como el
signo de reconocimiento. Las partes rotas se juntaban para verificar
la identidad del portador. De aquí provienen los ulteriores significados de
"símbolo": la prueba de la identidad, las cartas credenciales e
incluso un tratado o contrato cuya prueba era el "symbolon". El paso
de este significado al de colección o sumario de las cosas referidas y
documentadas era bastante natural. En nuestro caso, los "símbolos"
significan la colección de las principales verdades de fe, es decir, de
aquello en lo que la Iglesia cree. En la catequesis sistemática se
contienen las instrucciones sobre aquello en lo que la Iglesia cree, esto es,
sobre los contenidos de la fe cristiana. De aquí también el hecho de que los
"símbolos de fe" son el primero y fundamental punto de referencia
para la catequesis.
2. Entre los varios "símbolos de fe"
antiguos, el más autorizado es el "símbolo apostólico", de origen
antiquísimo y comúnmente recitado en las "oraciones del cristiano".
En él se contienen las principales verdades de la fe transmitidas por los
Apóstoles de Jesucristo. Otro símbolo antiguo y famoso es el
"niceno-constantinopolitano": contiene las mismas verdades de la fe
apostólica autorizadamente explicadas en los dos primeros Concilios Ecuménicos
de la Iglesia universal: Nicea (325) y Constantinopla (381).El uso de los
"símbolos de fe" proclamados como fruto de los Concilios de la
Iglesia se ha renovado también en nuestro siglo: efectivamente, después
del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo
VI pronunció la "profesión de fe" conocida como
el Credo del Pueblo de Dios (1968), que
contiene el conjunto de las verdades de fe de la Iglesia teniendo en especial
consideración los contenidos a los que había dado expresión el último Concilio,
o aquellos puntos en torno a los cuales se habían planteado dudas en los
últimos años.
Los símbolos de fe son el principal punto de
referencia para la presente catequesis. Pero ellos nos remiten al conjunto del
"depósito de la Palabra de Dios", constituido por la Sagrada
Escritura y la Tradición apostólica, del que son una síntesis conocida. Por
esto, a través de las profesiones de fe nos proponemos remontarnos también
nosotros a ese "depósito" inmutable, guiados por la interpretación
que la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, ha dado de él en el curso de
los siglos.
3. Cada uno de los mencionados
"símbolos" comienza con la palabra "creo".
Efectivamente, cada uno de ellos nos sirve no tanto como instrucción, sino como
profesión. Los contenidos de esta profesión son las verdades de la fe
cristiana: todas están enraizadas en esta primera palabra "creo". Y
precisamente sobre esta expresión "creo", deseamos centrarnos en esta
primera catequesis.
La expresión está presente en el lenguaje
cotidiano, aún independientemente de todo contenido religioso, y especialmente
del cristiano. "Te creo", significa: me fío de ti, estoy
convencido de que dices la verdad. "Creo en lo que tú dices" significa:
estoy convencido de que el contenido de tus palabras corresponde a la realidad
objetiva.
En este uso común de la palabra "creo" se
ponen de relieve algunos elementos esenciales. "Creer" significa
aceptar y reconocer como verdadero y correspondiente a la realidad el
contenido de lo que se dice, esto es, de las palabras de otra persona (o
incluso de más personas), en virtud de su credibilidad (o de la de
ellas). Esta credibilidad decide, en un caso dado, sobre la autoridad especial
de la persona: la autoridad de la verdad. Así, pues, al
decir "creo", expresamos simultáneamente una doble referencia: a la
persona y a la verdad; a la verdad, en consideración de la persona que tiene
particulares títulos de credibilidad.
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