Con ocasión del Jubileo de los seminaristas, sacerdotes y obispos que se celebra en Roma del 23 al 27 de junio hoy tuvo lugar un encuentro del Papa Leon XIV con los seminaristas en la Basílica de san Pedro. Mas que una Meditación como se la ha llamado fue “una intervención espontánea y cercana, dirigidaa miles de jóvenes” como no podía ser de otra manera, pues conoce profundamente la etapa de formación del sacerdote por su vasta y múltiple experiencia de profesor, director del proyecto de formación común de los aspirantes agustinos de los Vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac, director de formación, maestro de profesos, director de estudios y Rector encargado. (verbiografia)
Les habló a las almas de los jóvenes y se lo veía muy feliz
compartiendo con ellos en preciosas palabras ese llamado “a vivir una
experiencia de amistad con Jesus” en la “fascinante aventura de la vocación sacerdotal”
He escogido algunos párrafos, pero invito leer la alocución completa, que no tiene desperdicios.
A Cristo que llama,
ustedes le están diciendo «sí», con humildad y valentía; y este «aquí estoy»
que le dirigen a Él, germina en la vida de la Iglesia y se deja acompañar por
el necesario camino de discernimiento y formación. (…)
Jesús, como ustedes
saben, los llama ante todo a vivir una experiencia de amistad con Él y con los
compañeros de cordada (cf. Mc 3,13); una experiencia destinada
a crecer de manera permanente también después de la Ordenación y que involucra
todos los aspectos de la vida. De hecho, no hay nada en ustedes que deba ser
descartado, sino que todo debe ser asumido y transfigurado en la lógica del
grano de trigo, con el fin de convertirse en personas y sacerdotes felices,
«puentes» y no obstáculos para el encuentro con Cristo para todos aquellos que
se acercan a ustedes. Sí, Él debe crecer y nosotros disminuir, para que podamos
ser pastores según su Corazón [1].
(…)
Les
invito a invocar con frecuencia al Espíritu Santo, para que forme en ustedes un
corazón dócil, capaz de captar la presencia de Dios, también escuchando las
voces de la naturaleza y del arte, de la poesía, de la literatura [5] y de la música, así como de las ciencias humanas [6]. En el riguroso compromiso del estudio teológico, sepan
también escuchar con mente y corazón abiertos las voces de la cultura, como los
recientes desafíos de la inteligencia artificial y los de las redes
sociales [7]. Sobre todo, como hacía Jesús, sepan escuchar el grito, a
menudo silencioso, de los pequeños, de los pobres y de los oprimidos y de
tantos, sobre todo jóvenes, que buscan un sentido a su vida. (…)
Si
cuidarán su corazón, con momentos diarios de silencio, meditación y oración,
podrán aprender el arte del discernimiento. También esto es un trabajo
importante: aprender a discernir. Cuando somos jóvenes, llevamos dentro muchos
deseos, muchos sueños y ambiciones. El corazón a menudo está abarrotado y
sucede que nos sentimos confundidos. En cambio, siguiendo el modelo de la
Virgen María, nuestra interioridad debe ser capaz de custodiar y meditar. Capaz
de synballein, como escribe el evangelista Lucas (2,19.51): juntar
los fragmentos [8]. Guárdense de la superficialidad y junten los fragmentos de
la vida en la oración y la meditación, preguntándose: ¿qué me enseña lo que
estoy viviendo? ¿Qué me dice a mi camino? ¿Hacia dónde me está guiando el
Señor? (…)
Queridísimos, tengan un corazón manso y humilde
como el de Jesús (cf. Mt 11,29).
(…) En un
mundo en el que a menudo hay ingratitud y sed de poder, en el que a veces
parece prevalecer la lógica del descarte, ustedes están llamados a dar
testimonio de la gratitud y la gratuidad de Cristo, del júbilo y la alegría, de
la ternura y la misericordia de su Corazón. Practicar el estilo de acogida y
cercanía, de servicio generoso y desinteresado, dejando que el Espíritu Santo
«unja» su humanidad incluso antes de la ordenación. (…)
Queridos seminaristas, la sabiduría de la Madre
Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, busca siempre, a lo largo del tiempo,
los medios más adecuados para la formación de los ministros ordenados, según
las necesidades de los lugares. En este compromiso, ¿cuál es su tarea? Es la de
no rebajar nunca sus exigencias, no conformarse, no ser meros receptores
pasivos, sino apasionarse por la vida sacerdotal, viviendo el presente y
mirando al futuro con corazón profético. (…)
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