Así
que el martes 19 de abril, había humo blanco a las 5:50 p.m. (tiempo de Roma)
fuera de la chimenea que está por encima de la Capilla Sixtina, indicando la
elección de un nuevo Papa. Unos minutos más tarde el Cardenal Medina Estévez,
pro Decano del Colegio Cardenalicio, aparecía en el balcón de la Basílica de
San Pedro, y anunciaba en latín: "Annuntio
vobis gaudium magnum. Habemus Papam: Eminentissimum ac Reverendissimum
Dominum, Dominum Josephum Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Ratzinger qui
sibi nomen imposuit Benedicti Decimi Sexti." Qué
significa: "Os anuncio una gran alegría: ¡Tenemos Papa! El Eminentísimo y
Reverentísimo Señor, el Señor Joseph de la Santa Iglesia Romana Cardenal
Ratzinger, que ha tomado el nombre de Benedicto XVI
Entonces el 265 Sucesor de San Pedro - primer Papa alemán en mil años, y el Papa de mayor edad en más de 200 años (Juan XXIII fue electo Papa a la edad de 76 años) - aparecía en el balcón, y dirigía su primer mensaje a los fieles (vea página No. 2, mensaje Urbi et Orbi) llamándose "obrero humilde en la viña de Dios", ciertamente S. S. Joseph Ratzinger no había buscado ese trabajo, sabiendo que está humanamente hablando, sobre los límites que un ser humano pueden llevar. Hablando a los peregrinos alemanes reunidos en Roma el 25 de abril, S.S. Benedicto XVI les dijo: "Cuando, poco a poco, la tendencia de la votación me llevó a entender que, para decirlo simplemente, el hacha iba a caer sobre mí, mi cabeza empezó a girar. Yo estaba convencido que ya había llevado a cabo el trabajo de mi vida y podría esperar acabar mis días apaciblemente. Con convicción profunda, dije al Señor: ¡No me hagas esto! Tú tienes personas más jóvenes y mejores a tu disposición que pueden enfrentar esta gran responsabilidad con mayor dinamismo y mayor fuerza”. "Entonces fui muy tocado por una breve nota escrita para mí por un hermano Cardenal. Él me recordó que en la ocasión de la Misa fúnebre de Juan Pablo II, yo había basado mi homilía, empezando por el Evangelio, en las palabras del Señor a Pedro en el Lago de Genezaret: !Sígueme! '. Yo hablé de cómo, de nuevo y de nuevo, Karol Wojtyla recibió esta llamada del Señor, y cómo como él, tenía que renunciar a mucho y simplemente decir: Sí, yo te seguiré, aun cuando me lleves a donde yo nunca quise ir. Este hermano Cardenal me escribió: Si es el Señor el que le dice ahora, `Sígueme', entonces recuerde lo que usted predicó. ¡No se niegue! Sea obediente de la misma manera que usted describió al gran Papa que ha vuelto a la casa del Padre. Esto me movió profundamente. Los caminos del Señor no son fáciles, pero nosotros no fuimos creados para una vida fácil, pero para las cosas grandes, para la bondad. Así, al final yo tenía que decir ‘sí’. Yo confío en el Señor y confío en ustedes, estimados amigos."
Fue el Cardenal Ratzinger quien había sido escogido por Juan Pablo II para escribir las meditaciones y oraciones para las Estaciones de la Cruz de viernes Santo, del 25 de marzo de 2005.
Esto
es lo que él escribió como meditación y oración para la novena Estación de la
Cruz; Jesús cae por tercera vez,:
“¿Qué puede decirnos la tercera caída de Jesús bajo el peso de la
cruz? Quizás nos hace pensar en la caída de los hombres en general, en que
muchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sin Dios. Pero,
¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia
Iglesia? ¡Cuántas veces se abusa del santo sacramento de su presencia, en qué
vacío y maldad de corazón entra él con frecuencia! ¡Cuántas veces celebramos
sólo nosotros sin darnos cuenta siquiera de él! ¡Cuántas veces se deforma y se
abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras
vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y también entre los que, por su
sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia,
cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la
reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas!
También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la
recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre es ciertamente el mayor dolor del
Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo
más profundo del alma: Kyrie, eleison - «Señor, sálvanos»
(cf. Mt 8,25).”
Dos días después, cerca del Vaticano, el Cardenal Ratzinger se encontró en la calle con un Monseñor jubilado de la curia que le pidió la razón por haber dado lo que le parecía una reflexión descorazonada. "Nosotros debemos orar mucho, nosotros debemos orar mucho," le contestó el futuro Benedicto XVI. "Usted no nació ayer; usted entiende lo que estoy hablando; ¡Usted sabe lo que significa - Nosotros sacerdotes! Nosotros sacerdotes"! él concluyó en un tono de suplica, agregando, "Recuerda la oración al Sagrado Corazón en la que nosotros pedimos perdón particular por los pecados de los sacerdotes. Yo sé que hiere el decir que el barco está alojando agua de cada lado, pero es verdad, es verdad. Nosotros sacerdotes..." Golpeado por la manera en la que Ratzinger le dijo, "nosotros sacerdotes, nosotros sacerdotes," el Monseñor reconoció su sufrimiento interno, y no le preguntó nada más. Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Ratzinger estaba bien consciente del estado de la Iglesia. En la apertura del Cónclave, él entregó una homilía en la que no escatimó esfuerzos para recordar a los Cardenales electores sobre la gravedad de los tiempos lo que atrajo a comentaristas a decir que Ratzinger ciertamente no tenía ninguna intención de ser electo Papa: "Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en recientes décadas, cuántas corrientes ideológicas, cuántas maneras de pensamiento. El barco pequeño del pensamiento de muchos cristianos se ha echado a menudo sobre estas olas - echados de un extremo al otro: del Marxismo al liberalismo, incluso al libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un misticismo religioso vago; del agnosticismo al sincretismo y así continúa. Todos los días nacen nuevas sectas, y lo que San Pablo dice sobre la decepción humana y el engaño que se esfuerzan por incitar a las personas en el error (cf. Ef 4: 14) se hace realidad. "Hoy, el tener una fe clara basada en el Credo de la Iglesia es etiquetada a menudo como fundamentalismo. Considerando que el relativismo, es decir, permitiendo a sí mismo ser ‘tirado aquí y allí, llevado por cada viento de doctrina’, parece la única actitud que puede hacer frente a los tiempos modernos. Nosotros estamos construyendo una dictadura de relativismo que no reconoce nada como definitivo, y cuya última meta consiste solamente en el propio ego de sus deseos."
Y en ese mismo enlace biografia de Joseph Ratzinger
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