Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 6 de marzo de 2010

Virgen del Pilar “faro esplendente”

Continuando con las “peregrinaciones marianas” el Domingo 15 de noviembre de 1987 El santo Padre Juan Pablo II dirigía su pensamiento a la Virgen del Pilar en Zaragoza (España), "cuya basílica tuve la alegría de visitar, - decía – y agregaba "y cumplir un anhelo que ya antes deseaba poder realizar, de mostrarme como hijo devoto de María ante el Pilar sagrado" (Homilía, 6 de noviembre de 1982). Así comentaba brevemente la historia del Santuario y agregaba palabras de su magisterio:
“Este santuario venerable, construido a orillas del río Ebro, es un símbolo grandioso de la presencia de María desde los comienzos de la predicación de la Buena Nueva en la Península Ibérica. Según una tradición local muy antigua, la Virgen se apareció al Apóstol Santiago en Zaragoza para confortarlo, y le prometió su ayuda y su asistencia materna en la obra de la predicación apostólica. Más aún, como signo de su protección, Ella le dejó una columna de mármol que, a lo largo de los siglos, ha sido guardada devotamente en la santa capilla, que después dio nombre al santuario.
2. Desde entonces "el Pilar de Zaragoza" (como se le llama en España), es considerado "el símbolo de la firmeza de fe de los españoles" (Homilía, cit.), y es al mismo tiempo una indicación del camino que lleva al conocimiento de Cristo por medio de la predicación apostólica. En este sentido, se cumple de forma significativa lo que he escrito al respecto en la Encíclica Redemptoris Mater: "Los que a través de los siglos, de entre los diversos pueblos y naciones de la tierra, acogen con fe el misterio de Cristo, Verbo encarnado y Redentor del mundo, no sólo se dirigen con veneración y recurren con confianza a María como a su Madre, sino que buscan en su fe el sostén para la propia fe" (n. 27).
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Los cristianos de España han visto en el "pilar" una clara analogía con esa columna que guió la peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra prometida (cf. Núm 14, 14). Y así, a lo largo de los siglos, ellos han podido cantar: "Columnam ducem habemus" (cf. Misa de la Virgen del Pilar, ant. de entrada). Sí, tenemos como guía una columna que acompaña al nuevo Israel, a la Iglesia, en su peregrinar hacia la Tierra prometida, que es Cristo el Señor. La Virgen del Pilar es el "faro esplendente", el "trono de gloria", que guía y consolida la fe de un pueblo que no se canta de repetir en la Salve Regina: "Muéstranos a Jesús"

En el trayecto de su visita apostólica a Santo Domingo y Puerto Rico en 1984 el Santo Padre Juan Pablo II en su breve escala en Zaragoza celebro la Santa Misa en la Explanada de la «Avenida de los Pirineos» y en la homilía recordaba :”hace casi dos años, en esta misma ciudad de Zaragoza tuve la alegría de postrarme a los pies de la Virgen del Pilar, y de evocar aquí, ante la Patrona de la Hispanidad, la proximidad del centenario del descubrimiento y evangelización de América, os dije que tal conmemoración era “una cita a la que la Iglesia no puede faltar” (Acto mariano nacional en honor de la Virgen del Pilar,

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