Gracias y gloria a ti, Papa
Juan, que convocando el Concilio Vaticano II diste nuevo impulso de juventud a
la Iglesia.
Gracias y gloria a ti, Juan
Pablo II, que dedicaste tu magisterio a traducir el Concilio Vaticano II en
vida de la Iglesia, Pueblo de Dios.
Gracias y gloria a ti, Papa
Juan, que en tu primera encíclica, Ad Petri Cathedram (29 de junio de
1959), esbozaste en tres palabras el programa de tu pontificado: “Verdad,
unidad, paz”.
Gracias y gloria a ti, Juan
Pablo II, que con las encíclicas Veritatis splendor(6 de agosto de 1993) y Fides et ratio(14 de
septiembre de 1998) diste respuesta al relativismo moral y mostraste la
convergencia entre razón y fe en la búsqueda de la verdad.
Gracias y gloria a ti, Papa
Juan, que dedicaste tu segunda encíclica, Sacerdotii nostri primordia
(1º de agosto de 1959), al culto y al ejemplo del Santo Cura de Ars, en el
centenario de su muerte.
Gracias y gloria a ti, Juan
Pablo II, que durante el Peregrinaje en Francia, el 6 de octubre de 1986, en
Ars, confiaste al Santo Cura el llamado a las vocaciones sacerdotales.
Gracias y gloria a ti, Papa
Juan, que en la tercera encíclica, Grata recordatio (26 de septiembre de 1959),
invitaste a los fieles a recitar el Rosario para las misiones y para la paz.
Gracias y gloria a ti, Juan
Pablo II, que con la encíclica Redemptoris Mater(25 de marzo de 1987) comunicaste a los fieles tu
amor por la Virgen, y con la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae(16
de octubre de 2002) agregaste los Misterios luminosos a la recitación del
Rosario.
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