Hoy celebramos la memoria litúrgica de Santa
Brígida de Suecia, una santa poco conocida en esta parte del mundo. En este
continente encontramos a las hermanas brigidinas tan solo en los Estados
Unidos, México y Cuba.
El 1ro de octubre de 1999, San Juan Pablo II declaró
a Santa Brigida – junto a Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de
la Cruz - copatrona de Europa mediante su Carta apostólica en forma “MotuProprio”.
Allí Juan Pablo II explica los motivos y
nos brinda una breve biografía de esta santa “profeta” y nos dice que “la íntima unión con Cristo fue
acompañada de especiales carismas de revelación hicieron de ella un punto de
referencia para muchas personas de la Iglesia de su tiempo. En Brígida se
observa la fuerza de la profecía. A veces, su tono parece un eco del de los
antiguos profetas. Habla con seguridad a príncipes y pontífices, desvelando los
designios de Dios sobre los acontecimientos históricos.”
En su Audiencia del 27 de octubre de 2010 también el Papa emérito
Benedicto XVI ofrece una biografía de la santa y aclara que “conocemos bien los
acontecimientos de la vida de santa Brígida, porque sus padres espirituales
redactaron su biografía para promover su proceso de canonización inmediatamente
después de su muerte, acontecida en 1373”.
El Papa Benedicto en la misma audiencia explica que “Brígida, tras la muerte
de su marido, después de distribuir sus bienes a los pobres, aunque nunca
accedió a la consagración religiosa, se estableció en el monasterio
cisterciense de Alvastra y allí comenzaron las revelaciones divinas, que la
acompañaron durante todo el resto de su vida. Brígida las dictó a sus
secretarios-confesores, que las tradujeron del sueco al latín y las recogieron
en una edición de ocho libros, titulados Revelationes (Revelaciones). A
estos libros se añadió un suplemento, que lleva por título precisamente Revelationes
extravagantes (Revelaciones suplementarias).
Las Revelaciones de santa Brígida presentan un contenido y un estilo
muy variados. A veces la revelación se presenta en forma de diálogos entre las
Personas divinas, la Virgen, los santos y también los demonios; diálogos en los
cuales también Brígida interviene. Otras veces, en cambio, se trata del relato
de una visión particular; y en otras se narra lo que la Virgen María le revela
acerca de la vida y los misterios del Hijo. El valor de las Revelaciones
de santa Brígida, a veces objeto de alguna duda, lo precisa el venerable Juan
Pablo II en la carta Spes
aedificandi: «Al reconocer la santidad de Brígida, la Iglesia, sin
pronunciarse sobre cada una de las revelaciones que tuvo, aceptó la
autenticidad global de su experiencia interior» (n. 5).
De hecho, leyendo estas Revelaciones nos sentimos interpelados sobre
numerosos temas importantes. Por ejemplo, aparece con frecuencia la
descripción, con detalles bastante realistas, de la Pasión de Cristo, hacia la
cual Brígida tuvo siempre una devoción privilegiada, contemplando en ella el
amor infinito de Dios a los hombres. En labios del Señor que le habla, ella
pone con audacia estas conmovedoras palabras: «Oh, amigos míos, yo amo con
tanta ternura a mis ovejas que, si fuera posible, quisiera morir muchas otras
veces por cada una de ellas con la misma muerte que sufrí para la redención de
todas» (Revelationes, libro I, c. 59). También la dolorosa maternidad de
María, que la convirtió en Mediadora y Madre de misericordia, es un tema que se
repite en las Revelaciones.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario