He
leído muchos libros sobre Karol Wojtyla/Juan Pablo II, su pensamiento, su obra
y su vida, escritos por amigos, colegas, periodistas y vaticanistas. Algunos -
quizás no los mejores que he leído -
fueron igualmente valiosos porque me fueron abriendo caminos. Otros – más específicos – he debido releerlos para
profundizar en el pensamiento de quien me guiara por un nuevo sendero en mi
vida. Ninguno me desconcertó como éste.
Imaginaba
que alguien que había sido tan amigo suyo desde la más tierna infancia me
desvelaría algún secreto, quizás no intimo pero si más profundo de la amistad
con alguien tan particular; algo nuevo,
alguna anécdota no leída o contada, sueños y preocupaciones compartidas…. Por eso tenía mucha ilusión en recibir el
libro de Jerzy Kluger, amigo de la infancia de Karol Wojtyla, que – lamento decirlo
- me decepcionó.
Terminada
la escuela secundaria los amigos tomaron diferentes rumbos para comenzar sus
estudios. Karol (Lolek) se mudaría a
Cracovia, Jerzy (Jurek) a Varsovia. La tragedia de la II Guerra Mundial finalmente
los separó durante largo tiempo y nada supieron el uno del otro, hasta que se
reencontraron durante las sesiones del Concilio Vaticano II en Roma, casi
casualmente, porque ya el obispo polaco había cobrado cierto renombre. Después
de ese reencuentro no perdieron contacto.
Si bien Jerzy, que vivía en Roma, no volvería a Polonia hasta muchos años más
tarde, el reencuentro quedó sellado después de la elección de Karol Wojtyla al
pontificado .
El
libro contiene datos muy completos (exigirían mayor análisis) acerca de la
ayuda de Jerzy a su amigo en el acercamiento de las dos religiones, en mejorar
relaciones diplomáticas y afirmar contactos. Sin lugar a dudas su buena fe se
presenta intachable. Mi primer “traspié” fue al leer que tanto el cardenalpolaco Avgust Hlond (Julio5 1881 – octubre 22, 1948) como el
mártir San Maximilano Kolbe son tildados de antisemitas. Tanto me llamo la atención que escribí a un amigo,
sacerdote jesuita en Polonia, que me
aclarara esta duda. El me respondió textualmente: “En cuanto al antisemitismo en Polonia antes
de la 2da guerra mundial la cuestión es muy compleja. Debemos saber que
entonces casi seis millones de los ciudadanos de Polonia eran hebreos; casi un
quinto de la población. Algunas profesiones estaban casi totalmente en sus
manos: sobre todo el comercio. En el tiempo de la crisis económica la situación
se volvió muy tensa. Los comerciantes polacos católicos (que eran minoría) no
estaban en condiciones de competir con los comerciantes hebreos. Muchos de
ellos quebraron. Algunos representantes
de la iglesia católica, probablemente también
el cardenal Hlond y el padre Mximiliano Kolbe, (no soy experto en este campo) los apoyaban en
el sentido de incentivar a la gente a comprarles a los negocios polacos y no a
los hebreos, lo cual fue considerado antisemitismo. Pero hay algo totalmente claro….de
ninguna manera es cierto que los polacos o la iglesia católica en Polonia
colaborase con los alemanes en el antisemitismo nazista. Es verdad que también
hubo traidores como ocurre siempre, pero eran minoría y en ese grupo no había
exponentes de la iglesia católica, es mas con ayuda de la Iglesia se salvaron
miles de hebreos… lo cual es sistemáticamente olvidado.”
Aquellas
palabras del libro y la aclaración me turbaron y seguí leyendo más críticamente. Primero se me ocurrió que el título del libro
debería haber sido Yo y el Papa (no El Papa y yo) porque el “autor”
hablaba de si mismo y de su propia
experiencia, de las relaciones y situación de los judíos antes y durante la 2da
guerra, sin entrar mucho en detalles acerca de sus relaciones con su amigo. Hay, sin embargo, información interesante de sus primeros años
de vida pero nada nuevo, después
naturalmente hubo un entretiempo trágico de por sí, durante el cual es natural
que hablase de si…pero cuando volvieron a encontrarse el material expuesto es
más bien histórico, hechos concretos, planes y detalles pero poco y nada de su
amistad. Los comentarios sobre las visitas y charlas contienen descripciones casi banales,
dedicándole mayor atención a los “trámites” tendientes a mejorar las relaciones hebreo-católicas,
Vaticano-Israel, etc. En determinado momento hasta llegue a
sospechar que el autor pone en boca de otros personajes (por ej. Lichten) lo
que él prefiere no decir…..si bien hay trozos que verdaderamente merecen ser
releídos.
Terminado
el libro busque “apoyo logístico” a mi teoría que quizás el libro ni siquiera
lo había escrito Jerzy Kluger y sólo habían utilizado sus anotaciones..... No lo sé, ni se porqué se me ocurrió. Además a quien preguntarle? Analizando veo que en la contratapa el
comentario de George Weigel es muy “light” y evasivo. No se compromete. El prólogo escrito por Eugene J. Fisher francamente no agrega nada. Fue releyendo
el prefacio escrito por Geoge B. Irish que terminó de abrirme los ojos (no me había
percatado antes/no soy de leer con mucho cuidado prólogos y prefacios) que fue Gianfranco De Simone (con quien Jerzy
Kluger “escribió” el libro) quien le sugirió que escribiera sobre su larga amistad
con el Papa Juan Pablo II y comenta que si bien Jurek guardaba recuerdos de los
hechos, los detalles y fechas se habían perdido al cerrar su oficina y
jubilarse. No obstante – dice Fisher –
en mayo del 2008!!! Jurek confirma “jubiloso”
haber encontrado notas “relacionadas con todos los encuentros de Juan Pablo II
y otras personas del Vaticano”. Las notas estaban escritas en polaco y George
Irish las tradujo al italiano para el Dr. De Simone. A partir de allí Jurek y Gianfranco
comenzaron a "escribir" El Papa y yo.
Era mayo del 2008. Jurek murió en
diciembre del 2011 de complicaciones surgidas en su enfermedad (Alzheimer) y el
libro se publicó en el 2012. Es evidente que Jurek no había estado en
condiciones ni de leer ni de revisar el libro que había “escrito” así que nada
de mi decepción se debe a él. Las notas
y los documentos estaban, pero los sentimientos habían quedado ocultos ... habían ensombrecido. La
enfermedad de Alzheimer es así.
Entonces
encontré la clave de mis dudas. Este no es un libro sobre una amistad, sino un
libro mas bien “histórico” donde se quiso dejar registradas las relaciones judeo-cristianas y
empeños de un período determinado (basado
en notas) y relaciones con un personaje notable, en general bien logrado debido justamente a esa firme amistad. Pide, sin
embargo, ser analizado más a fondo y tener a quien consultar en caso de dudas (como
me ocurrió a mí). Quizás la equivocada fui yo que esperaba saber más de sus
vidas cotidianas, de sus relaciones amistosas, de sus conversaciones entre
amigos… cuando el libro mismo aclara “como la amistad de toda una vida entre un
judío polaco y el Papa Juan Pablo II llevo adelante la causa de las relaciones
judeo-cristianas).
De
todas maneras este libro es la antítesis de otro libro sobre la amistad con Karol
Wojtyla: Diario de una amistad deWanda Poltawska.
Jerzy Kluger con Gianfranco De Simone: The Pope and I, Orbis Books, 2012
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