«En
la casa de mi Padre hay muchas mansiones, voy a prepararos un lugar…»
Ese
«preparar» se convierte en cierto modo en sinónimo de aquella diakonia, de aquel servicio por medio
del cual el mismo Cristo sirve a todos y a cada uno. Ojalá no le estorbemos en
este servicio, sino que le ayudemos.
Partimos
de las palabras «no he venido a ser servido sino a servir», pues se encuentran
en el mismo centro de esta dimensión de la existencia cristiana cuyo nombre es diakonia. Esta dimensión proviene
directamente de Cristo, está en Él y de Él es. EN esta dimensión Dios viene al
mundo: haciéndose hombre. Como hombre-criatura se hace siervo, pues cada hombre
es siervo de Dios. Este es el orden de la creación. Cristo viene a repararlo
(ya que le hombre ha rechazado ese servicio) y por eso sobre todo lo acepta.
Pero
a la vez lo revela, manifiesta el sentido del servicio, oculto en la Paternidad
Divina. Heaquì que en Él, en Cristo, en cierta manera Dios sirve al hombre, se
pone al servicio de su salvación. Sirve y no deja de servir: este «servir a la
salvación del hombre» de Cristo perdura en la Iglesia, en los sacramentos,
sobre todo en la Eucaristía. Pero ese orden de servicio y dominio (Señor y a la
vez Siervo), como invertido, tiene un profundo motivo. Una cosa es servir por
justicia y otra servir por amor. Cristo revela este segundo sentido del
servicio y lo introduce en la vida de la Iglesia y en la historia de la humanidad.
El
servicio en su dimensión de justicia significa únicamente dependencia y subordinación,
y además está sometido a la medida de lo servil. El servicio por amor resalta
la soberanía de la persona, su «realeza»: servir a Dios significa «reinar».
De
acuerdo con estas premisas, toma forma aquella dimensión esencial, por ser «cristofórmica».
Por medio de esta dimensión se realiza una fundamental metanoia (transformación de la mente), un hito en la humanidad,
camino del cristianismo. El alcance de
este cambio es amplísimo, alcanza el campo de la política («yo aquí gobierno…yo
aquí sirvo, de la vida social, de las relaciones humanas. Tiene un significado enorme, esencial para la
comunidad, y en particular para la comunidad de la Iglesia. Pues mientras que el
único punto de referencia personal adecuado para el hombre en esta actitud de
servicio es Dios, en otro sentido lo es también la comunidad como lugar de
numerosos servicios, como lugar de cumplimiento del hombre en un ministerio
múltiple. Los carismas son indicación del significado de este ministerio, dan
forma a su teología.
Así
pues la diakonia como dimensión de
toda la existencia cristiana debe ser tema y fin de una formación consciente de
cada cristiano, en especial del sacerdote, del obispo. En esta formación tiene
un significado fundamental la teología del servicio, pero también la psicología
de este (actitud de servicio-instinto de notoriedad: significas tanto como
sirves), la caracterología, la ascesis del servicio ligada al amor de la
comunidad.
A
Cristo-Servidor nos lleva su Madre: Esclava del Señor.”
(Juan
Pablo II de JUAN PABLO II – Estoy en tus
manos – Cuadernos Personales 1962-2003, págs. 186/7/8 publicado por
Planeta, 2014)
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