El 1 de enero de 1987, en la homilía de la misa por la solemnidad de
Santa Maria, Madre de Dios, con motivo
de la preparación al nuevo milenio (y conmemorando el centenario del bautismo
de Lituania) el Papa Juan Pablo II convoca el Año Mariano (7 de junio 1987-15
agosto de 1988) que sería solemnemente inaugurado el 6 de junio de 1987, Vigilia de Pentecostes.
Previamente, el 25 de marzo del mismo año, fue publicada
la Carta Enciclica Redemptoris Mater, sobre la bienaventurada Virgen Maria en
la vida de la Iglesia peregrina.
En la Carta Apostolica LitteraeEncyclicae, con ocasión del Año Mariano, del 22 de
mayo de 1988 nos dice que “La encíclica Redemptoris Mater
explica el significado del Año Mariano, que estamos viviendo con toda la
Iglesia, desde el pasado Pentecostés hasta la próxima solemnidad de la
Asunción. En este período nos esforzamos por seguir las enseñanzas del Concilio
Vaticano II, que en la Constitución dogmática sobre la Iglesia ha indicado a
la Madre de Dios como la que "precede" a todo el Pueblo de Dios
en la peregrinación de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo [1]. Merced a este hecho, la Iglesia ve en
María su "figura" perfecta.”
El Año Mariano
fue clausurado el 15 de agosto de 1988, en la fiesta de la Asunción de la
Virgen. En esa misma fecha fue publicada la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, sobre la dignidad y
la vocación de la mujer.
Años más
tarde, el 16 de octubre de 2002 es publicada la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae sobre el Santo
Rosario. En esa Carta el Papa introduce los “misterios de la luz” y proclama un
Año del Rosario (de octubre 2002 a octubre 2003)
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