Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 20 de febrero de 2021

Los Santuarios marianos – lugares privilegiados

 

(Basilica de Lujan, Argentina)

 Los santuarios marianos significan por «su origen», la memoria de un acontecimiento que se presentó como extraordinario, que ha dado lugar a expresiones de devoción y de piedad, y que ha determinado en el Pueblo de Dios la necesidad de peregrinaciones periódicas.

 Por los «abundantes signos de protección mariana» los santuarios marianos constituyen, a los ojos de la fe, lugares privilegiados de su presencia y de su mediación materna.

Por la «vida sacramenta» que en ellos se desarrolla, son lugares de gracia y de afianzamiento de la fe, metas de la esperanza humana y cristiana, impulsos eficaces para el aumento de la caridad y para una existencia marcada por el seguimiento de Cristo.

En los santuarios marianos la celebración de los Sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia que alimentan la vida de la gracia, tienen un relieve y una influencia singulares. La Eucaristía debe manifestarse en ellos en toda su riqueza cristológica y pascual, su dimensión eclesial y la presencia significativa y operante de María. También la misericordia se comprende como una prerrogativa de María. Tal es la convicción popular que atrae a toda clase de fieles hacia los santuarios marianos.

Las peregrinaciones, expresión típica de la devoción mariana, es de desear que, más allá de las motivaciones inmediatas y personales, impriman un sentido al camino de la existencia: un cambio en la vida ordinaria de cada día para vivir una experiencia fuerte del misterio, el camino de la conversión (a Dios) hacia la manifestación plena del Señor.

El santuario mariano es también el lugar para el anuncio y la celebración del misterio de las vocaciones de la Iglesia. En el secreto de su casa,  María recibe el anuncio del Ángel y da su consentimiento. Aquel «fiat» se convierte en modelo de toda vocación en la Iglesia. La historia, la tradición, la experiencias artísticas de cada santuario son un testimonio de cultura que refleja el influjo mutuo entre el santuario y la vida de las poblaciones que le rodean. Los santuarios, bajo este punto de vista, deben proponerse como servicio y constituir una verdadera y propia «via pluchritudinis» para la contemplación de Dios y del misterio de María.

Todo santuario mariano, en cuanto celebra la presencia de María, su ejemplaridad y la intercesión de la Virgen del Magnificat, es por sí mismo un hogar que irradia la luz y el calor de la caridad. Por eso los santuarios marianos irradian y atestiguan el signo de la mediación entre el amor de Dios y las necesidades del hombre, en el nombre · y la intercesión de la Madre de la misericordia.

Los santuarios marianos, en fin, son lugares de encuentro y de oración en decidido estilo de ecumenismo y de unión. La Madre de Cristo no debiera ser ocasión de división y de discordia entre sus hermanos. Las celebraciones de oración en común pueden crear importantes y fecundos momentos de unidad. Hay formas litúrgicas que pertenecen al patrimonio común, que pueden ser aceptadas por varias confesiones cristianas y que pueden convertirse, especialmente en el santuario mariano, en la presencia de Santa María, la mujer evangélica y  orante, en punto de encuentro de la oración comunitaria.

(tomado de Teodoro Cardenal: Pautas abiertas por la Enciclica "Redemptoris Mater" para la celebracion del año mariano"

Si no funciona enlace googlear Teodoro Cardenal :  Pautas abiertas por la Enciclica “Redemptoris Mater” para lacelebracion del año mariano.

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