(preparando y
terminando mis posts dedicados a la Enciclica Redemptoris Mater en mi blog Las 14 Enciclicas de Juan Pablo II me encontré con este articulo de Rene
Laurentin que no encajaría directamente como post allí, pero no quiero dejarlo
pasar reflexionando si algo asi no deberíamos hacer nosotros en la Argentina: una
verdadera y profunda consagración a la Virgen Maria para que ella nos guie y
ayude a encontrar el camino a la verdad y la justicia alejándonos de la corrupción
y el egoísmo individual y político. Transcribo
solo una parte e invito a leer el artículo completo. Si no funciona el enlace googlear
Un año de gracia con Maria hacia el año 2000 ¿Por qué? ¿Cómo? Rene Laurentin ) :
El 1 de enero de 1987, en su homilía en la
Basílica de San Pedro en Roma, el Papa Juan Pablo II anunciaba «un año dedicado
a María» en preparación del bimilenario del nacimiento de Cristo en el año
2000: un año largo, que se abrió en la última Pentecostés, y que terminaria el
15 de agosto de 1988. La decisión fue inesperada, puesto que el Papa había
rechazado insistentes peticiones en el sentido de que se dedicara un año a
María por el bimilenario de su nacimiento. Pareció excluir esta solución, e
invitar tan sólo a un largo Adviento con María hasta el año 2000. ¿Por qué? ¿Por
qué esta nueva decisión repentina e imprevista?
En primer lugar, porque buena parte de la Iglesia permanecía insensible a este proyecto de un Adviento con María: ha movilizado sólo a algunas Iglesias (Polonia, Filipinas, Italia) y algunos cristianos. En nuestros países atlánticos del Norte, donde la moda sigue siendo la desmitologización y la crítica, la Virgen con frecuencia parece un mito: simpático, pero irreal. Muchos de nuestros contemporáneos entran en nuestras catedrales como los japoneses ultramodernos gustan de pasear en los jardines sintoistas, sin creer ya en esa religión de sus antepasados. Si el Papa ha decidido un Año con María, no se trata en modo alguno de un «particularismo polaco», como se ha dicho, sino de invitarnos a entrar en una experiencia maravillosamente rica, acreditada desde hace siglos. Se trata, sin lugar a dudas, de su experiencia personal: cuando era trabajador forzoso en la fábrica Solvay, en Cracovia, el joven Karol Wojtyla leía, en los descansos, el Tratado de la verdadera devoción a María, de Grignion de Montfort. E hizo entonces su consagración a María. Esa es la fuente principal de su vitalidad espiritual y de su acción maravillosa en condiciones difíciles. Por ello ha escogido como divisa de su escudo, unas palabras -debajo de la letra inicial de María- sacadas de este tratado, una divisa que se dirige a María: Totus tuus, todo tuyo.
Diez años más tarde, el Cardenal Stefan Wyszynski, Primado de Polonia, encarcelado, separado de su Iglesia, hizo un retiro de tres semanas para prepararse a su consagración «a Cristo por la mejor de las Madres». En 1956 consagró a Polonia del mismo modo. A tal efecto envió un texto a Nuestra Señora de Czestochowa mandando que si ningún obispo podía leerla, lo hiciera un sacerdote. En su defecto, un laico, pero que fuera leído. No se trataba de una confianza ciega y pasiva; el Cardenal había trazado todo un programa decenal de catequesis, restauración de las familias, de los seminarios, del clero, etc. .. , que confiaba a Nuestra Señora. Poco tiempo más tarde fue liberado, y se produjo así lo que se ha llamado «el milagro polaco», puesto que Polonia, cuyo catolicismo era pasablemente sociológico, bajo una dominación marxista, y cuyo clero era poco numeroso, logro ser el primer país en número de ordenaciones (706 en las últimas estadísticas de 1985). Es ella quien ha dado a la · Iglesia el hombre que podía restaurarla y renovarla en estos tiempos difíciles: el primer Papa polaco. Sorprendido por este inaudito ascenso espiritual, que había seguido de cerca, solicité una audiencia al Cardenal Wyszynski para que me explicara el secreto de semejante éxito. Me respondió en una palabra, mientras me mostraba el Tratado de la verdadera devoción, a María, que estaba sobre su reclinatorio: -«jEs la Virgen Santísima»
Lech Walesa, que se encontraba en su cénit, y que en ocasiones llevaba su rosario colgado del cuello en sus negociaciones con el gobierno, había hecho la misma consagración. «Como el Cardenal Primado, lo he apostado todo por la Virgen», decía en Czestochowa, consagrando también él su país y sus sindicatos. Unos meses más tarde, estando a su vez en prisión, renovaba su confianza en la Virgen con esta oración:
«Santa María, he perdido mi Insignia de la
Virgen de Czestochowa llorando en la nieve de diciembre. Ha caído de lo más
hondo de mi ser, acompañada del mal que nos ha afligido. Ha penetrado hasta el
alma. Ahí es donde te reencuentro, Ahí es donde se une a Tí mi Nación asesinada
y traicionada. Ahí es donde velo en silencio. y seguiré adelante. ¿Oyes?
Millones de corazones golpean en mí. Al lanzar este grito, mientras vivamos,
Santa María, mi Madre, Madre de nuestra Madre-Patria, Danos la fuerza de
soportar nuestro destino hasta el fin, que tu llama nos guíe hacia la libertad
y la verdad, y perdona a los que nos ofenden cuando nosotros ya no podamos».
De modo semejante, en Filipinas el pueblo ha podido desembarazarse de una dictadura a partir de una consagración de todo este pueblo hecha con fervor el 25 de marzo de 1984, tan desdeñada en otros países. A la salida de esta consagración, el Cardenal Sin decidió celebrar el bimilenario del nacimiento de María, entre el 8 de diciembre de 1984 y el 8 de diciembre de 1985, con oración y ayuno al servicio de quienes morían de hambre, bajo aquel régimen sin equidad, donde la esposa del dictador multiplicaba alocadamente su boato. Así fue como en febrero de 1986, en el momento en que Marcos, sostenido aún en el terreno diplomático, se proclamaba vencedor de unas elecciones falseadas, el pueblo filipino fue capaz, a petición del propio Cardenal Sin, de bajar a las calles de la capital, pacíficamente, con su imagen de la Virgen y su rosario (como Walesa). Esta muchedumbre formada por la oración no lanzó adoquines contra el ejército y los tanques, armados como de costumbre. Por el contrario, las chicas ofrecían flores a los soldados, lo que contribuyó a inclinar al ejército del lado del pueblo. En una situación que era y sigue siendo difícil, fue una victoria de Nuestra Señora.
Italia y Portugal, que han hecho y renovado de forma más constante esta consagración, han conservado una situación mejor que los demás países atlánticos, en la fe, práctica religiosa o seminarios. En Uganda, país desgarrado por sangrientas luchas, un amplio movimiento fundamentado en María instaura activamente relaciones cotidianas de benevolencia y caridad.
Al hacer esta enumeración en el Congreso Mariológico de Kevelaer, intervino un austriaco: - «¿Por qué no habla Vd. de nuestro país? La satelización de la URSS lo amenazaba como a los países vecinos, y se libró gracias a una cruzada del Rosario (1945-1955).
El Papa ha instaurado el año dedicado a María para extender esta experiencia fructífera». El Papa estuvo motivado también por dos aniversarios que le conmueven: el sexto centenario del cristianismo en Lituania (habló de él al anunciar el Año con María, el 1 de enero de 1987), y el milenario de Rusia, en 1988. El Papa, preocupado por esta conversión de Rusia, por la que ha renovado tres veces la consagración pedida por Lucía de Fátima, no olvida esta intención. Tenia sin duda un proyecto: ¿la renovación de esta consagración, o un viaje a la URSS? …
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