Llamados a ser santos

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“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 10 de agosto de 2022

George Weigel : Los filosofos de Lublin y su proyecto (2 de 2)


 

El proyecto KUL se definió por un cuarteto de hombres relativamente jóvenes que, gracias a un buen golpe de ironía, se había convertido en profesores de KUL porque los gobernantes estalinistas de Polonia habían expulsado a los docentes de mayor edad. Ellos fueron Jerzy Kalinowski (especialista en lógica y filosofía de la ley); Stefan Swiezawski (historiador de la filosofía y seguidor de Jacques Maritain y Étienne Gilson); el Padre Mieczyslaw Albert Krapiec, OP (especialista en la metafísica Dominica); y el padre Karol Wojtyla. Este cuarteto se vio posteriormente ampliado por los Padres Marian Kurdzialek (especialista en filosofía antigua) y Stanislaw Kaminski (especialista en epistemología). Los filósofos Lublin tenían personalidades diferentes, con intereses y especialidades académicas divergentes. Ellos, sin embargo, lograron lo que el profesor Swiezawski más tarde llamó una "colaboración rara y excepcionalmente fructífera", construida en torno a cuatro acuerdos que resultaron cruciales para el proyecto filosófico de Karol Wojtyla.

 

   a) Comenzaron con una convicción antigua — serían radicalmente realistas acerca del mundo y acerca de la capacidad humana de conocer. Los filósofos de KUL creían que si nuestro pensamiento y nuestras elecciones carecen de una atadura a la realidad, la fuerza bruta se apodera del mundo y la verdad se convierte en una función del poder, no una expresión de las cosas-como-son. Una broma de la era comunista en Polonia expresó este imperativo realista de manera que todo el mundo pudiera entender: "El jefe del partido pregunta: «¿Cuánto es 2 + 2?». El trabajador polaco responde: «¿Cuánto le gustaría que fuese?». (El significado "político" de la suposición realista de los filósofos de KUL se expresó más tarde en el famoso cartel electoral de Solidaridad que decía: «Para que Polonia sea Polonia, 2 + 2 debe ser siempre = 4»). Los seres humanos sólo puede ser libre en la verdad, y la medida de la verdad es la realidad.

 

   b) Los filósofos de KUL también acordaron un punto de partida para la moderna investigación filosófica: debería comenzar con una reflexión disciplinada sobre la persona humana y sobre la experiencia humana, más que con la cosmología. En esto había mucho en juego. Si la filosofía podría alcanzar la verdad de las cosas-como-son a través de un análisis de la experiencia humana, entonces el camino para una reconciliación entre la filosofía católica y el método científico se podría abrir, mientras que, al mismo tiempo, la modernidad podría liberarse de las arenas movedizas de pensar-sobre-pensar-sobre-pensar. La adopción de este punto de partida también fue importante en la confrontación con el marxismo. Allí, las cuestiones más serias no implicaban que se entendía mejor la física, sino ciertas cuestiones muy básicas: ¿Qué es la vocación humana? ¿Cómo construimos la historia? ¿Es la historia mejor entendida en términos materiales y políticos, o tiene una dimensión trascendente?

 

 

   c) Los filósofos de KUL también compartieron un profundo compromiso con la razón. Otros pueden haber tenido la libertad cultural, económica y política para especular sobre el supuesto absurdo de la vida. Los filósofos KUL, veteranos de la resistencia cultural contra el nazismo, no tenían ese lujo. Habían vivido a través de una brutal ocupación nazi y por lo tanto sabían lo que el irracionalismo puede hacer si anda suelto en la historia con suficiente fuerza material. Pero el compromiso de los filósofos KUL con el método de la razón se complementó con la determinación de iluminar el bien, y la capacidad humana de conocer y elegir el bien, de modo que los hombres y las mujeres pudieran, de hecho, elegir el bien.

 

   d) Por último, los filósofos KUL acordaron practicar un ecumenismo del tiempo. Si se negaban a ser encarcelados dentro de su propia conciencia, también se negaron a ser esclavos de lo contemporáneo. Ellos creían que la historia de la filosofía tenía cosas que enseñar el presente, que el pasado no se había convertido en completamente desechable por la modernidad.

 

 

   Estos eran hombres con la convicción vocacional de que las ideas no eran juguetes intelectuales, hecho ampliamente confirmado por una dura experiencia. Las ideas tenían consecuencias, para bien y para mal. Las comprensiones erróneas sobre la persona humana, sobre la comunidad humana y sobre el destino humano fueron responsables de montañas de cadáveres y de océanos de sangre en la primera mitad del siglo XX. Si la filosofía pudiese ayudar al mundo a conseguir una adquisición firme de la verdad de la condición humana, de una manera que fuese a la vez distintivamente moderna y basada en la gran tradición filosófica de Occidente, el futuro podría ser diferente.

 

   Los filósofos KUL eran una comunidad de amistad personal e intelectual de gran rareza en la vida académica, un auténtico equipo. Una vez que se le concedió el puesto de profesor en KUL en 1954, Karol Wojtyla conmutaba de Cracovia a Lublin cada dos semanas. Y virtualmente cada uno de esos viajes en los siete años siguientes, Wojtyla y sus colegas se reunían en grupo para hablar del proyecto común en el que estaban comprometidos; era una reunión de iguales que, como Juan Pablo II recordó después, creaba la "gran ventaja" para cada uno, de aprender de las distintas perspectivas y del trabajo actual de los otros.

 

   Al mismo tiempo hubo argumentos reales y diferencias intelectuales entre los filósofos de KUL, algunos de los cuales (como el Padre Krapiec) tenían personalidades combativas. El continuo interés de Karol Wojtyla en la fenomenología y sus investigaciones en desarrollo de la filosofía moderna y contemporánea alarmó a algunos de sus colegas más tradicionales, al igual que su estilo filosófico y profesoral. Tenía una manera general de hacer filosofía "sin notas al pie de página": – uno de sus primeros alumnos señaló más adelante que hacía filosofía "como un campesino" – pues estaba mucho más preocupado con la cartografía del terreno de las cosas-como-son que con la provisión de un extenso aparato académico de citas y referencias cruzadas para cada propuesta o afirmación. El Padre Wojtyla también era singularmente libre de esa "gravedad profesoral" generalmente asociada con los académicos de alto nivel en las universidades europeas.

 

   Decir que la facultad de filosofía de KUL tenía desacuerdos y, en algunos aspectos, rivalidades es simplemente decir que se trataba de una facultad de hombres, no de ángeles. Lo más importante de los filósofos de KUL fue la audacia de su intención. Ellos concibieron su proyecto, en parte como respuesta a las circunstancias peculiares de su tiempo y lugar, y en parte como respuesta a las condiciones culturales generales de mediados del siglo XX. La gama de su alcance y su capacidad para arrojar luz sobre la condición humana en situaciones muy diferentes sólo entraría en el foco de la atención cuando el Profesor Dr. Karol Wojtyla, por entonces trabajando con un nombre diferente, llevó la parte más aventurera del proyecto Lublin a un audiencia cuyo número superó vastamente el número de lectores de las revistas filosóficas polacas.


 Transcrito parcialmente de la conferencia dictada en la Universidad Duquesne de Pensilvania, EE.UU.,
el 1° de diciembre del 2006, bajo el título 'Wojtyla's walk among the philosophers'
('El andar de Wojtyla entre los filósofos'). Traducido por Angel C. Correa


 

 

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