Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 1 de diciembre de 2023

Carlos de Foucauld: el santo del Sahara

 


Hoy, (aniversario de su muerte)  la Iglesia celebra la memoria litúrgica del santo “de las almas más enfermas, entre las ovejas olvidadas” el Hermano Carlos (Charles de Foucauld) (1858-1916) , un joven rico y aristócrata francés, que había perdido a sus padres de niño y su fe en la adolescencia y a  quien nada le faltaba para gozar de los placeres mundanos.

En 1921 René Bazin escribe la primer biografia de Charles de Foucauld. 


El proceso para subeatificación  comenzó en 1927; el 10 de febrero de 1947 se llevo a cabo la clausura del proceso informativo y de la fase diocesana que luego continuo en Roma. Fue un proceso complicado y largo, interrumpido también por la guerra. Cumplidos finalmente todos los requisitos la fecha para la beatificación había sido fijada para el 15 de mayo de 2005, y luego modificada por la muerte del Papa Juan Pablo II,  y realizada el 13 de noviembre de 2005  por el Papa Benedicto XVI. Su  canonización  el 15 de mayo de 2022 por el Papa Francisco.  

De Vatican News:

“Tras graduarse en la academia militar, Charles se embarca en una misión  y  expedición geográfica a Argelia. Aquí, en el vasto silencio del desierto, entre los nómadas cuyo estilo de vida es tan diferente del suyo, ese vacío que el joven soldado había intentado llenar con los bienes de este mundo comienza a hacerse sentir. Surge en él una pregunta silenciosa y comienza a rezar: "Dios mío, si es cierto que existes, permíteme conocerte".   En 1886, a su regreso a Francia, el joven de 28 años confió su tormento interior a un sacerdote, quien le sugirió que se confesara, y así lo hizo. Llega la fe y, con ella, las exigencias. "Ve... véndelo todo... ven": así dice Jesús al joven del Evangelio, a quien mira con amor. Charles siente que la mirada de Jesús se posa en él de la misma manera imprevista e imprevisible que le había sucedido a aquel otro joven rico unos dos mil años antes. Sabe que está llamado a responder a ese amor con su vida…  "En el mismo momento en que empecé a creer que existe un Dios, me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que vivir solo para Él". Así que vende y se va, primero a los monasterios trapenses de Francia y Siria. Tras completar sus estudios sacerdotales y ser ordenado en Francia, siente la llamada de volver al desierto. En el Sáhara vive la vida sencilla y austera de un ermitaño entre los nómadas tuareg. Quiere ser un adorador en el desierto, un "hermano de los más abandonados".

El padre Charles quiere evangelizar "no con palabras, sino con la presencia del Santísimo Sacramento, con la oración y la penitencia y con el amor fraterno y universal". En las notas que escribió a aquellos hermanos cuya vida esperaba que compartieran, pero que nunca concretó, escribió: “Toda nuestra existencia debería gritar el Evangelio”.

Gritar el Evangelio. El 1 de diciembre de 1916, el padre Charles fue asesinado por unos bandidos. Su vida y su solitaria muerte fueron un fuerte "grito" de que el único Dios, misericordioso y benévolo, es el origen y el fin de todo amor. Este hermano en el desierto encarna esa gran "confesión" descripta por el Papa Juan Pablo II como la esencia de toda vida consagrada. A través de una "profunda configuración con el misterio de Cristo", escribió el Papa Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Vita consecrata, "la vida consagrada realiza por un título especial aquella confessio Trinitatis que caracteriza toda la vida cristiana, reconociendo con admiración la sublime belleza de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y testimoniando con alegría su amorosa condescendencia hacia cada ser humano”. La "confesión de la Trinidad" del padre Charles fue fructífera: tras su muerte, nacieron muchas otras comunidades, además de la comunidad religiosa específica que él había deseado.


Invito visitar este enlace con abundante información acerca del santo del Sahara

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