Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 28 de diciembre de 2023

Nieves Gomez Alvarez: El humanismo polaco de Karol Wojtyla (4 de 4) Cyprian Norwid

 

(Imagen de Wikipedia)

Cyprian Norwid

Norwid. fue, de la tríada de escritores románticos polacos, el que más influyó sobre Karol Wojtyła/ Juan Pablo II. Era el más joven de los tres, por tanto, el más cercano cronológicamente. Había nacido en 1821 e inicialmente se dedica al arte, en concreto, a la pintura y a la escultura, que estudia en Florencia. En Roma conocerá a Mickiewicz y en París a Słowacki y Chopin. Será la cercanía con estos círculos la que intensificará su vocación de escritor, aunque ya había escrito poesía previamente. Una serie de infortunios y una situación de gran precariedad le llevará a escribir una obra extraordinaria, Nuestra epopeya, 1848, donde Norwid hizo suyo el espíritu de Don Quijote de la Mancha22. En él, Don Quijote, esto es, el autor y su generación, cabalga en busca de Dulcinea, Polonia, con la única compañía de las serpientes y los pájaros (la policía de los imperios y los poetas polacos emigrados). Es el de Norwid un poema complejo que va amplificándose, desde el individuo, pasando por la patria y el mundo, hasta concluir en la historia. Estos cuatro temas serán justamente los cuatro círculos concéntricos que estarán presentes en su obra. Impelido a buscar un futuro mejor, viaja a Estados Unidos, donde ejerce como grafista durante dos años, tras los cuales vuelve a Europa (Londres y finalmente París). Será en esta última ciudad, rodeado de adversidades de todo tipo y de una enorme melancolía, donde produzca lo más brillante de su obra, como, por ejemplo, Ad leones, de 1883, donde reflexiona sobre el papel del artista en el mundo contemporáneo, que es eminentemente utilitario. El título hace alusión a la metáfora que utiliza: el mundo capitalista es como los leones dispuestos a devorar a los cristianos que se les arrojan, pero entre estos hay una mujer con una cruz, que consigue detener a las fieras. También escribió ensayos sobre ética, filosofía, cultura y política, como Sobre el arte. Para los polacos, Sobre Juliusz Słowacki, Silencio o Flores negras; y dramas, como El anillo de la gran dama, donde cuenta la vida de un artista pobre, humillado por los salones de la aristocracia. Sus poemas tienen unas resonancias muy novedosas, como, por ejemplo, en Promethidion o Sobre la libertad de la palabra, donde habla del hombre como creador y del papel de la cultura. Desde su punto de vista, el arte es un trabajo realmente elevado, pues aúna el trabajo físico y el intelectual, es decir, es un metáxy entre la materia y el espíritu, entre lo específico de cada cultura y lo universal de la civilización, entre el individuo y la sociedad. Norwid, a pesar de ser el creador de un nuevo lenguaje poético y de haber tenido la voluntad de renovar la literatura polaca –en cierto sentido se puede decir que fue más allá del propio Romanticismo–, fue un autor muy poco entendido en su época y serán las generaciones posteriores las que verán en él un referente, en la estela de la Biblia, Homero, Platón, Dante y Calderón. Su obra sintetiza las tradiciones pagana y cristiana, los elementos clásicos y los románticos, la genialidad de las culturas de Europa Central y las del Sur23. De hecho, la poesía de Norwid trasciende sus propias fronteras y en muchos casos se convierte en metafísica e incluso en teología, en una visión completa y compleja de la realidad: el hombre es una criatura con una doble dimensión psíquica y física, que es además histórica y que no puede desligarse de elementos no materiales, como son la naturaleza, la tradición cultural y la civilización. Por eso el ser humano norwidiano es un ser enlazado con la vida y con toda la tradición común de la humanidad. De manera muy cervantina, el tema del amor aparece en Norwid relacionado con el esencial equilibrio entre hombres y mujeres y como soporte de una verdadera cultura. Y de manera no menos cervantina, el tema de la patria no estará marcado por el exclusivismo, sino por una formidable generosidad hacia el ser ajeno e incluso hacia el acercamiento de toda la humanidad. Para Norwid, que se mueve con soltura tanto en la cultura clásica como en el conjunto de la cultura occidental europea, el hombre perfecto es Cristo, que es un Hombre Eterno, ya que es el único que une en una sola persona lo humano y lo divino, lo material y lo espiritual. Finalmente, hay otros dos aspectos por los que Karol Wojtyła leería fascinado a este romántico24: primero, su tratamiento del tema del trabajo, el lugar del hombre en el mundo capitalista. A Norwid le parecía lacerante que el desarrollo del urbanismo y la civilización industrial causasen tantas diferencias entre las clases sociales, así como la infelicidad del artista y la soledad. Por eso se convierte en un crítico de la deshumanización del trabajo, pero a su vez ofrece una nueva concepción del mismo, por ejemplo, en su poema Canto desde nuestra tierra, ya no desde la maldición bíblica, sino como factor de creación, en el sentido más noble del término y de trampolín moral. Al haber tenido la experiencia americana, Norwid reflejará en su obra cómo este crecimiento moral se traduce en la lucha por la libertad, la democracia y los ideales de la moral cristiana. En ese sentido –como hará el propio Wojtyła en su obra Hermano de nuestro Dios–, tendrá una visión inteligentemente crítica hacia el socialismo. Y en segundo lugar, Norwid se hace eco en su obra, aunque en gran parte, como hemos visto, la desarrolla fuera de lo que había sido Polonia, del mundo eslavo en general. Desde su punto de vista, el crecimiento de los nacionalismos había llevado a la situación de que los eslavos no pudieran saber más cuál era su lugar en el mundo y en la historia, y a un fuerte enfrentamiento –que él mismo sufría– respecto a Rusia. Su obra refleja el profundo anhelo de una integración entre los valores de Occidente y el resto de Europa, deseo que sin duda latirá en el hacer de Juan Pablo II y sus esfuerzos de acercamiento con Rusia durante años. Finaliza aquí la primera parte de este artículo, sobre la influencia del Romanticismo polaco en el humanismo de Juan Pablo II. Queda para una segunda cómo terminó de gestarse en su época como profesor de Ética en la Universidad de Lublin y su plena manifestación, ya como Juan Pablo II.

(Invito leer articulo completo)

de Más allá de la Ilustración francesa: El humanismo polaco de Karol Wojtyła (1ª Parte) Beyond the French Enlightenment: Karol Wojtyła’s Polish Humanism (Part 1) ––––– NIEVES GÓMEZ ÁLVAREZ


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