Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 8 de enero de 2025

Paroquia San Stanisław Kostka, Cracovia, cuna de santos

 



Comentando sobre el libro de  Alisdair Richardson titulado: Los mártires salesianos de Auschwitz,  Emily Putzke escribe para Catholic Exchange 

La parroquia católica San Estanislao Kostka está ubicada en el distrito de Debniki, en los alrededores de Cracovia, alejada del ajetreo del casco antiguo y el bullicio de sus calles.  Se trata en realidad de una iglesia “nueva”  en la historia de Cracovia, construida a principios de los años ´30.  No obstante es una joya oculta. En su breve historia la parroquia ha sido testigo tanto de una enorme tragedia como de la formación de santos.

En 1938, el joven Karol Wojtyla, futuro Papa San Juan Pablo II, y su padre comenzaron a asistir a esta parroquia salesiana. Fue aquí donde de hecho  “despertó” la vocación de Karol Wojtyla, en gran parte influenciado por un parroquiano de nombre Jan Tyranowski y los mártires salesianos. 

El Venerable Jan Tyranowski tenia 39 años y se ganaba la vida desempeñándose como un modesto sastre cuando conoció a Karol Wojtyla. Era  un hombre tranquilo, profundamente devoto,  formado en la espiritualidad carmelitana y la teología mariana.  En la vida de Jan se produjo un vuelco en la parroquia de San Estanislao Kostka un dia que escuchó las palabras “no es tan difícil ser santo”, palabras que Jan se tomo se tomó  pecho.  Su fidelidad al llamado a la santidad también influencio en gran medida al futuro papa y santo.


En 1939 cuando los nazis invadieron Polonia  la nación se vio de pronto manchada de  sangre por el genocidio de  millones de judíos y el intento de “decapitación cultural” de Polonia, como la llama Alasdair Richardson en su libro. Como parte de esta “decapitación cultural”  los polacos debían llegar a ser esclavos del mundo alemán. Gran parte de  personalidades y líderes religiosos, académicos y políticos fueron fusilados o enviados a las prisiones y campos de concentración de la Gestapo, para reducir la resistencia y desmoralizar a los polacos.

Los Nazis implementaron medidas extremadamente rigurosas a fin de restringir y reducir al máximo las prácticas e influencias  de la vida religiosa de Polonia. Dice Richardson que pretendían  una  “completa y total destrucción de  las organizaciones eclesiales y la vida religiosa”. Una orden religiosa,  basada principalmente en la ayuda a los jóvenes, los salesianos significaba gran amenaza para los nazis que buscaban “limitar las practicas religiosas y mantener a las futuras generaciones de polacos ignorantes y sumisos”. A pesar del peligro, los sacerdotes salesianos de san Estanislao Kostka continuaron sirviendo a la juventud en su parroquia hasta que el 23 de mayo de 1941 fueron invadidos por los nazis y arrestados  12 sacerdotes, quienes fueron deportados primero a la prisión Montelupich en Cracovia y después a Auschwitz. 

 

Fue entonces que se le pidio a Jan Tyranowski que,  durante la ausencia de los sacerdotes, el se hiciera cargo de la formación de los jóvenes de la parroquia y Jan aceptó.  Organizó  grupos clandestinos de Rosario viviente  en su casa, y de esta manera iba formando a los jóvenes en la doctrina católica y volcando lo abstracto a una realidad de vida. Los alentaba a aspirar a la santidad y a la esperanza, a pesar de que su tierra se encontrara ensombrecida por las banderas nazis. Bajo amenaza latente de arresto y muerte, Jan no obstante  dedicaba su tiempo a las almas de estos jóvenes; uno de ellos era Karol Wojtyla.  Jan introdujo a Karol a la espiritualidad carmelitana y a los escritos de los santos como San Luis de Montfort y San Juan de la Cruz.   Esta formación espiritual fue un cambio de vida para Karol, pues fue entonces que comenzó a discernir su vocación al sacerdocio

 “En sus palabras, en su espiritualidad y en su ejemplo de vida entregado enteramente a Dios, él representaba un mundo nuevo que yo aun no conocía”, escribió San Juan Pablo II a Jan Tyranowski. “Vi la belleza del alma que se abre a la gracia”.

Meintras Jan se ocupaba de la formación espiritual de las jóvenes almas y Karol comenzaba a despertar a su vocación religiosa, los sacerdotes salesianos de San Estanislao Kostka ya estaban siendo sometidos a trabajos forzados en el penal de Auschwitz-Birkenau. Cada día era una lucha por vivir. Después de un mes en Auschwitz, solamente quedaban vivos cuatro de los doce sacerdotes de san Estanislao Kostka. Entre los sobrevivientes estaba el Beato Jozef Kowalski. Arrancado de su comunidad parroquial, su nuevo campo de misión era el campo de la muerte. Alli encontró la manera de comunicar el amor de Cristo y brindar esperanza celebrando misas, escuchando confesiones, consolando a los moribundos, organizando oraciones y alentando a sus compañeros de prisión a no rendirse;  todo ello era punible en el campo. A pesar de haber sido golpeado,   el beato Jozef continauba con su ministerio pasatoral,sirviendo a Dios y al prójimo. Dice Richardson “Tambien era conocido por haber organizado servicios en honor a Maria,  junto a su compañero de prisión San Maximiliano Kolbe.

En el verano de 1942, después de casi un año de horror en el campo, el beato Jozef figuraba en la lista del transporte para Dachau. Sin embargo, cuando lo buscaron antes de partir desde Auschwitz un oficial de la SS noto que llevaba un rosario y le ordeno que lo pisoteara. El beato Jozef se negó y como castigo fue borrado de la lista y asignado a otro campo de concentración en Birkenau.  El 23 de julio de 1942 el grupo del Beato Jozef estaba cavando una zanja cuando los soldados de la SS y sus funcionarios comenzaron a burlarse de él.  Se le ordenó pararse sobre un barril y dar un sermón. El beato Jozef ignoro las burlas, se arrodillo, hizo la señal de la cruz y comenzó a orar con gran devoción. Escribe Richardson. Dice Richardson que un funcionario lo empujo del barril y comenzó a golpearlo sin piedad.

Esa misma noche, el beato Jozef fue separado de su grupo. Momentos antes, había suministrado el último pedazo de “pan” a un compañero prisionero.  El funcionario y el oficial de la SS, que le habían ordenado pisotear el rosario, lo ahogaron en  un barril de excrementos las primeras  horas del 4 de julio de 1942. Tenia 31 años. El Beato Jozef Kowalski es parte del grupo de los 108 mártires beatos de Polonia, beatificados por Juan Pablo II en 1999. 

Karol Wojtyla fue ordenado sacerdote el Dia de Todos los Santos, un 2 de noviembre. Dos días más tarde celebro Misa en San Estanislao Kostka. En 2002 visito la parroquia durante la última peregrinación apostolica a su patria recordando momentos de su vida allí: “siempre recuerdo a los padres salesianos que fueron llevados desde aquí a los campos de concentración. La gran mayoría nunca regresaron. Recuerdo también el Rosario viviente y a Jan Tyranowski. Todo ello quedo profundamente ligado con esta Iglesia y Debniki”.

Richardson, Alasdair. The Salesian Martyrs of Auschwitz. 2021. The story of 22 Polish SDBs sent by the Nazis to Auschwitz, 16 of whom perished. illus and notes. x + 117 pp pb (Don Bosco Publications, England) 978-1-909080-68-3 $25.00

 

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Joseph Kowalski nació en Siedliska cerca de Rzeszów, Polonia, el 13 de marzo de 1911 en Wojciech y Zofia Borowiec, el séptimo de nueve hijos. Sus padres, católicos practicantes, eran agricultores que poseían una granja modesta.

Después de la escuela primaria, lo inscribieron en el Colegio Salesiano de Oswiecim (Auschwitz). Giuseppe se distinguió de inmediato por su compromiso con el estudio y el servicio, y su sincera alegría. Se unió a la Sociedad de la Inmaculada y la Asociación Misionera, y más tarde se convirtió en su presidente.

Literalmente, se enamoró del carisma salesiano y de su fundador, desde el cual trató de tomar el ejemplo de todo: compromiso en la alegre animación de los días festivos religiosos y civiles, presencia apostólica entre sus compañeros y, en particular, la primacía de la vida espiritual.

 


La devoción a María Auxiliadora y la Eucaristía

Cuando era un joven estudiante, comenzó a escribir su diario, que denota su devoción a María Auxiliadora y a la Eucaristía: «Oh, madre mía —escribió—, debo ser santo porque este es mi destino. Oh Jesús, a ti te ofrezco mi pobre corazón [...]. Concédeme que nunca me aleje de ti y que, hasta la muerte, permanezco fiel: muero antes que ofenderte, incluso con un pequeño pecado. Debo ser un santo salesiano, como lo fue mi padre Don Bosco ".

 

Profesión como salesiano, ordenación

Hizo su profesión temporal en 1928 en Czerwinsk y recibió su ordenación sacerdotal el 29 de mayo de 1938 en Cracovia. Fue nombrado secretario provincial. Cuidó a un coro de jóvenes en la parroquia y cuidó a los jóvenes más difíciles.

La Gestapo capturó a Don Kowalski junto con otros once Salesianos.

En 1939 Polonia estaba ocupada, pero los salesianos continuaron su labor educativa. Esta es la razón principal del dramático arresto el 23 de mayo de 1941: la Gestapo capturó a Don Kowalski junto con otros once Salesianos que trabajaban en Cracovia. Inicialmente fue internado en la prisión de Montelupich en la misma ciudad; desde allí fue trasladado al campo de concentración de Auschwitz el 26 de junio, recibiendo el número 17.350. En el campo de concentración, se dedicó en secreto al apostolado: confesó, celebró la misa, recitó el rosario, mantuvo conferencias ocultas, incluso sobre Don Bosco, reforzando el deseo de luchar por la supervivencia en sus compañeros de prisión.

 

Martirio

Sufrió sufrimientos, hostigamientos y humillaciones. Descubierto con el rosario, se negó a pisarlo, acelerando así el martirio, que ocurrió en Auschwitz el 4 de julio de 1942. Su cuerpo fue arrojado por primera vez al contenedor de excrementos, y luego quemado en el crematorio del campamento.

Sus aldeanos comenzaron a venerar su memoria, creyendo que su sacrificio había fertilizado las vocaciones polacas. El papa Juan Pablo II también era de la misma opinión y se interesó personalmente en la causa de varios mártires polacos. Finalmente, los beatificó en Varsovia el 13 de junio de 1999.

El decreto de martirio se publicó el 26 de marzo de 1999; beatificado el 13 de junio de 1999 por Juan Pablo II.

 

Fuente : Salesianos de Don Bosco  

 

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