Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 12 de octubre de 2025

Papa Leon XIV Jubileo de espiritualidad mariana

 


El Jubileo de la espiritalidad mariana comenzó el viernes pasado 10 de octubre 2025 con la peregrinación a la Puerta Santa y posibilidad de recibir el Sacramento de Reconciliación en las Iglesias jubilares.

Ayer sábado 11 de  octubre  fue recibida en la Basilica de Santa Maria enTraspontina la estatua original de Nuestra Señora de Fatima para la veneración de los fieles a partir de las 8.30 y a las 9.00  fue celebrada la Santa Misa por el Rector del  Santuario de Fatima. A las 12.00 tuvo lugar el rezo del santo Rosario

Por la tarde a las 17.00 se realizo la procesión desde la Basílica, situada sobre Via della Concilliazione, hacia la Plaza San Pedro.

Como parte de la Vigilia de oración, presidida por el santo Padre,  Leon XIV reflexiono:




En este Jubileo de la espiritualidad mariana, nuestra mirada como creyentes busca en la Virgen María la guía de nuestra peregrinación en la esperanza, contemplando sus «virtudes humanas y evangélicas, cuya imitación constituye la más auténtica devoción mariana» (Cf. Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen Gentium, 65.67). Como ella, la primera creyente, queremos ser un seno que acoja al Altísimo, «humilde tienda del Verbo, movida sólo por el viento del Espíritu» (S. Juan Pablo II, Angelus, 15 agosto 1988). Como ella, la primera discípula, supliquemos el don de un corazón que escucha y se vuelve fragmento de un cosmos que acoge. A través de ella, Mujer dolorosa, fuerte y fiel, pidamos que nos alcance el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre, y hacia todas las criaturas.

Contemplemos a la Madre de Jesús y al pequeño grupo de mujeres valientes al pie de la Cruz, para aprender también nosotros a permanecer, como ellas, junto a las cruces infinitas del mundo, donde Cristo sigue crucificado en sus hermanos, para llevarles consuelo, comunión y ayuda. En ella, hermana de humanidad, nos reconocemos, y con las palabras de un poema le decimos:

“Madre, tú eres cada mujer que ama;
madre, tú eres cada madre que llora
a un hijo asesinado, a un hijo traicionado.
Estos hijos que nunca terminan de ser aniquilados» (Cf. D. M. Turoldo).

Bajo tu protección buscamos refugio, Virgen de la Pascua, junto con todos aquellos en los que se sigue completando la pasión de tu Hijo.

Hagan lo que él les diga

En el Jubileo de la espiritualidad mariana, nuestra esperanza se ilumina con la luz suave y perseverante de las palabras de María que nos refiere el Evangelio. Y de entre todas ellas, son valiosas las últimas pronunciadas en las Bodas de Caná, cuando, señalando a Jesús, dice a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2,5). Después no hablará más. Por tanto, estas palabras, que resultan casi un testamento, deben ser muy queridas por los hijos, como todo testamento de una madre.

Todo lo que él les diga. Ella está segura de que su Hijo hablará, su Palabra no ha terminado, sigue creando, generando, llenando el mundo de primaveras y de vino las ánforas de la fiesta. María, como una señal indicadora, orienta más allá de sí misma, muestra que el punto de llegada es el Señor Jesús y su Palabra, el centro hacia el que todo converge, el eje alrededor del cual giran el tiempo y la eternidad.

Cumplan su Palabra, recomienda. Cumplan el Evangelio, conviértanlo en gesto y cuerpo, en sangre y carne, en esfuerzo y sonrisa. Cumplan el Evangelio, y la vida se transformará, de vacía a plena, de apagada a encendida.

Hagan todo lo que él les diga: todo el Evangelio, la palabra exigente, la caricia consoladora, el reproche y el abrazo. Lo que entiendes y también lo que no entiendes. María nos exhorta a ser como los profetas: a no dejar caer en el vacío ni una sola de sus palabras (cf. 1Sam 3,19)
(…)

La Vigilia culmino con una oración a Maria, Madre de Jesus y Madre nuestra

 A ella, mujer profundamente pacífica, reina de la paz, nos dirigimos:

Ruega con nosotros, Mujer fiel, sagrado seno del Verbo.
Enséñanos a escuchar el grito de los pobres y de la madre Tierra,
atentos a las llamadas del Espíritu en el secreto del corazón,
en la vida de los hermanos, en los acontecimientos de la historia,
en el gemido y en el júbilo de la creación.
Santa María, madre de los vivos,
mujer fuerte, dolorosa, fiel,
Virgen esposa junto a la Cruz,
donde se consuma el amor y brota la vida,
sé tú la guía de nuestro compromiso de servicio.

Enséñanos a detenernos contigo junto a las infinitas cruces
donde tu Hijo sigue crucificado,
donde la vida está más amenazada;
a vivir y dar testimonio del amor cristiano
acogiendo en cada hombre a un hermano;
a renunciar al oscuro egoísmo
para seguir a Cristo, verdadera luz del hombre.

Virgen de la paz, puerta de la esperanza segura,
¡acoge la oración de tus hijos!

(de la Vigilia de Oracion y Rosario por la Paz – Santo Padre Leon XIV  con ocasión del Jubileo de la Espiritualidad Mariana)


 

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