El sábado 3 de diciembre de 2005 el Santo Padre Benedicto XVI en un discurso al 2do grupo de obispos de Polonia en visita “Ad limina” habló de la Nueva evangelización, refiriéndose en primer término a la homilía del Beato Juan Pablo II a los obreros de Nowa Huta, durante el primer viaje a su patria, recordando sus palabras: “De la cruz de Nowa Huta ha comenzado la nueva evangelización”.
“La nueva cruz de madera ha surgido no lejos de aquí, exactamente durante las celebraciones del milenario. Con ella hemos recibido una señal: que en el umbral del nuevo milenio —en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida—, vuelve a ser anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo a una nueva evangelización, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo. La cruz está elevada sobre el mundo que avanza. Agradecemos hoy, ante la cruz de Mogila, ante la cruz de Nowa Huta, este nuevo comienzo de evangelización, que aquí se ha efectuado. Pidamos todos que fructifique, al igual que la primera —o si se quiere, todavía más—.” (Homilía en el Santuario de la Santa Cruz de Mogila 8 de junio de 1979)
Recordaba Benedicto XVI que aquella parecía ser una de las primeras intervenciones de Juan Pablo II acerca de la nueva evangelización, “tarea común de los obispos, de los sacerdotes, de los consagrados y de los seglares.”.
El Santo Padre Benedicto XVI invitaba a los obispos que lo visitaban a reflexionar sobre el tema considerando que “el primer responsable de la obra de evangelización es el obispo, que ejerce los tria munera: profético, sacerdotal y pastoral, ” para citar luego nuevamente a Juan Pablo II en su libro ¡Levantaos, vamos!, especialmente en los capítulos "Pastor", "Conozco mis ovejas" y "La administración de los sacramentos" donde “ basándose en su propia experiencia, trazó el proyecto del camino del ministerio episcopal para que dé buenos frutos.”
Luego hablo extensamente sobre la tarea y responsabilidad de los obispos y hacia el final, refiriendose nuevamente a Juan Pablo II, recalcaba el papel de los laicos; “en la obra de evangelización nos introducen las palabras de mi gran predecesor: "Los laicos pueden realizar su vocación en el mundo y alcanzar la santidad no sólo comprometiéndose activamente a favor de los pobres y los necesitados, sino también animando con espíritu cristiano la sociedad mediante el cumplimiento de sus deberes profesionales y con el testimonio de una vida familiar ejemplar" (¡Levantaos, vamos!, p. 107).
Luego hablo extensamente sobre la tarea y responsabilidad de los obispos y hacia el final, refiriendose nuevamente a Juan Pablo II, recalcaba el papel de los laicos; “en la obra de evangelización nos introducen las palabras de mi gran predecesor: "Los laicos pueden realizar su vocación en el mundo y alcanzar la santidad no sólo comprometiéndose activamente a favor de los pobres y los necesitados, sino también animando con espíritu cristiano la sociedad mediante el cumplimiento de sus deberes profesionales y con el testimonio de una vida familiar ejemplar" (¡Levantaos, vamos!, p. 107).
En tiempos en que, proseguia Benedicto XVI, —como escribió Juan Pablo II— "la cultura europea da la impresión de ser una "apostasía silenciosa" por parte del hombre autosuficiente, que vive como si Dios no existiera" (Ecclesia in Europa, 9), la Iglesia no cesa de anunciar al mundo que Jesucristo es su esperanza. En esta obra el papel de los laicos es insustituible. Su testimonio de fe es particularmente elocuente y eficaz, porque se da en la realidad diaria y en los ámbitos a los que un sacerdote accede con dificultad. Uno de los principales objetivos de la actividad del laicado – decía el Santo Padre Benedicto XVI - es la renovación moral de la sociedad, que no puede ser superficial, parcial e inmediata. Debería caracterizarse por una profunda transformación en el ethos de los hombres, es decir, por la aceptación de una oportuna jerarquía de valores, según la cual se formen las actitudes. Tarea específica del laicado es la participación en la vida pública y en la política. En la exhortación apostólica Christifideles laici, Juan Pablo II recordó que "todos y cada uno tienen el derecho y el deber de participar en la política" (n. 42). La Iglesia no se identifica con ningún partido, con ninguna comunidad política ni con ningún sistema político; en cambio, recuerda siempre que los laicos comprometidos en la vida política deben dar un testimonio valiente y visible de los valores cristianos, que hay que reafirmar y defender en el caso de que sean amenazados. Lo harán públicamente, tanto en los debates de carácter político como en los medios de comunicación social.”
Son solo algunas “formas de compromiso del laicado”, subrayaba el Santo Padre, además de la pastoral familiar, la pastoral juvenil o la actividad caritativa que serian temas de otras reflexiones.
Son solo algunas “formas de compromiso del laicado”, subrayaba el Santo Padre, además de la pastoral familiar, la pastoral juvenil o la actividad caritativa que serian temas de otras reflexiones.
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