En un trabajo titulado “La aportación de Karol Wojtyla a la filosofía moral” publicado en la revista de Teologia Temes d’Avui, escribe el Dr. Juan Manuel Burgos
“Las principales aportaciones de Karol Wojtyla a la filosofía moral tuvieron lugar en el periodo en que impartió clases en la Universidad Católica de Lublin (KUL) justamente como profesor de ética (1954-1961). Posteriormente, sintió la necesidad de desplazarse a la antropología para poder fundar sólidamente las tesis personalistas que estaba proponiendo. Y, de este modo, inició el camino hacia la que sería su obra maestra Persona y acción. Su objetivo era volver después, con fuerza renovada, a la ética, pero esa vuelta ya no pudo llevarse a cabo[1].
Wojtyla partía del tomismo en el que había sido formado como seminarista y, después, como teólogo en el Angelicum bajo la dirección de Garrigou Lagrange; y partía también de la fenomenología que había conocido al realizar su tesis de habilitación sobre la ética de Scheler. Su proyecto era preciso: refundar la ética clásica bajo la inspiración de la fenomenología, especialmente la de Scheler, y desde una perspectiva personalista. Le inducía a ello su convicción sobre el valor del tomismo como fundamento poderoso de una filosofía realista junto con la conciencia de que esta filosofía necesitaba una revisión profunda pues no era inmune al paso del tiempo. Esa revisión, justamente, podía venir de la fenomenología y del personalismo, pues ambas eran posiciones realistas que permitían integrar en el tronco clásico nuevos conceptos que lo enriquecieran sin caer en la deriva idealista a la que se había abandonado el pensamiento moderno. Los resultados de estas investigaciones, en las que Wojtyla involucró a diversos colaboradores, y especialmente a T. Styzcen, se conocen con el nombre de escuela ética de Lublin.”
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